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Abelardo Miguel, frente a las nieblas del olvido

R. Loureiro

FERROL

La profesora María Fidalgo concluye su investigación, destinada a «rescatar la memoria» del pintor eumés

02 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Abelardo Miguel (Pontedeume, 1918-1991) dejará en breve de ser uno de esos «grandes ignorados» del arte gallego que continúan a la espera -son tantos...- de que su país reconozca su labor. La profesora María Fidalgo (Ferrol, 1964) está a punto de culminar una investigación sobre la vida y la obra del artista, a la que ha dedicado años de trabajo. Y al mismo tiempo, avanza en la catalogación de su obra, compuesta -según las actuales estimaciones- por más de un millar de lienzos y dibujos, de los que sólo una obra pertenece a una colección pública: a la del museo de Ourense, donde permanece en depósito.

La intención de María Fidalgo es publicar su monografía en forma de libro. Y que su trabajo sirva para «poner en valor» la obra de un artista que aunque se formó en países como Italia y Holanda, decidió vivir la mayor parte de su existencia en su Pontedeume natal, lejos de los círculos artísticos más influyentes, y dedicado en cuerpo y alma a la pintura.

En opinión de su biógrafa, que señala que «su pintura era su vida», resulta sorprendente que «Abelardo Miguel, que dedicó su vida a la plasmación pictórica de su villa natal, no tenga aún en su propio pueblo el reconocimiento que merece». «Es muy cierto -apunta- que él era un hombre que carecía de ambiciones, y que no se rodeó de las personas que podrían haber publicitado su trabajo. Carecía de mecenas y de padrinos, y era hijo de un marinero y una peixeira. Pero aún así resulta extraño que no sólo Galicia siga sin darle el reconocimiento que merece, sino que ese reconocimiento tampoco le haya llegado desde su propio pueblo».

Medalla Castelao

María Fidalgo pide al Ayuntamiento de Pontedeume que solicite de la Xunta la concesión a Abelardo Miguel, a título póstumo, de la Medalla Castelao. Y eso, explica, en reconocimiento a una vida dedicada a reflejar en su pintura «Galicia y sus gentes», en especial las del campo y las del mar. También le gustaría que el Concello eumés dedicase a Abelardo Miguel una calle y que se colocase una placa en su casa natal, situada en la calle de la Pescadería. «Su obra -remarca María Fidalgo- es paralela a la de Seoane, Castelao, Sotomayor y Lloréns, y tiene una especial relevancia en lo que atañe a la creación de una plástica propiamente gallega, marcadamente a lo relativo a la identidad marinera».

A María Fidalgo le gustaría, además, que Pontedeume crease un museo dedicado a albergar de forma permanente el legado del pintor. Concretamente, explica, «los cuadros que él quiso dejar en herencia a la villa, y que su familia entregará cuando haya un espacio digno para albergarlos, además de un reconocimiento de la valía del pintor».

Persona especialmente «accesible y llana», Miguel hizo de su tierra y su paisaje la razón de existir. «Fue, además, un gran teórico de la pintura. Y vendía tanto, que despertaba auténticas envidias entre sus contemporáneos, y esas envidias aún continúan entre algunos pintores, según yo misma he podido comprobar personalmente», concluye la investigadora.