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Por qué Australia confió en Navantia

Natalio Rodríguez

FERROL

El que fue destacado responsable de los astilleros de Izar e impulsor de los programas F-100 y las fragatas noruegas explica que el nuevo contrato no es fruto de la suerte

07 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

En Europa, sobre todo tras la reducción de los últimos años en las asignaciones presupuestarias a los ministerios de Defensa, la demanda interna no ocupa de forma eficiente a la totalidad de los recursos de los astilleros y por tanto éstos hacen los mayores esfuerzos en mejorar sus procesos productivos y sus productos para acceder a la mayor cuota posible del mercado de exportación. La consecuencia ha sido un fuerte aumento de la competencia.

Este mercado, lejos de lo que a priori pudiera parecer, no tiene una gran dimensión. La mayor flota de buques de guerra pertenece a los EE.UU. y así mismo los buques de mayor valor económico corresponden a la US Navy, pero también es cierto que se trata de un mercado totalmente cautivo a favor de los seis grandes astilleros americanos que administran las multinacionales General Dynamics y Northrop Grumman.

Algo parecido ocurre con el mercado europeo. La demanda de buques militares en Europa es también un mercado casi cautivo. Es impensable que Francia, Italia, Alemania o Reino Unido permitan licitar en un concurso abierto sus construcciones navales militares. Y con carácter general se puede decir que los países europeos que tienen posibilidad económica para acometer programas navales de envergadura, también tienen la tecnología precisa para llevarlos a cabo. Los casos en que eso no ocurre son excepciones y suelen dar lugar a reñidas competencias, como en el caso de las fragatas de la clase Fridtjof Nansen para la Marina Real Noruega.

Asia no tiene la demanda de buques militares de USA, ni tampoco las unidades demandadas tienen un valor económico similar al de los buques norteamericanos o europeos, pero sin embargo los expertos consideran que sus gastos de defensa sufrirán un fuerte incremento, de forma que podrían duplicarse en un período de cinco años. Es este mercado el que ofrecerá mayores perspectivas de concursos -abiertos o restringidos- futuros.

En este panorama del mercado de exportación, de escasez y fuerte competencia, Australia pone en marcha su proyecto SEA 4000 Air Warfare Destroyer que consistirá en la construcción de unidades navales con amplia capacidad de defensa antiaérea que permitan en el futuro sustituir a sus fragatas de la clase Adelaida (FFGHM) y para ello saca a concurso el diseño de los buques.

El Ministerio de Defensa australiano elige como buques de referencia el destructor DDG51 Arleigh Burke, primer destructor equipado con el sistema Aegis, en servicio en la US Navy, y la fragata F-100 en servicio en la Armada española, y en consecuencia decide confrontar las ofertas que para las fases de definición de proyecto, primero, y de proyecto de construcción, después, presenten Gibbs&Cox -líder en el diseño del DDG51 y sin duda la oficina de diseño de buques de guerra de superficie mas prestigiosa que existe- y Navantia -diseñadora y constructora de la F-100-. Gibbs&Cox presentara un proyecto de un buque evolucionando desde el DDG51, mientras Navantia lo haría adaptando su F-100. Finalmente declara ganador a Navantia.

En París se acusó el golpe tras el anuncio del Gobierno australiano comunicando su elección en favor del Buque de Proyección Estratégica (BPE) frente al Batiment de Projection et de Commandement (BPC). «On ne comprend pas», comentan los industriales franceses. Nuestra oferta -dicen- presentada por Armaris (sociedad formada por DCNS y Thales) era muy atractiva en precio, nuestro barco (BPC) existe y está en servicio en nuestra Marina, mientras que el buque español sólo está en planos y, además, nuestra alianza con el socio australiano ADI suponía una importante creación de empleo local.

La realidad es que si, a pesar de todos esos argumentos, Canberra decidió a favor de la alianza Navantia-Tenix, es porque el buque español cumple perfectamente con los requisitos operativos exigidos por el Gobierno australiano y no lo hacía tanto el buque de la compañía francesa DCNS. No es posible ganar una licitación en el concierto internacional merced a la capacidad de improvisación o a la suerte. Ser ganador en los proyectos de Australia, los mayores contratos de exportación hoy existentes en materia de construcción naval militar, representa el justo premio al trabajo serio y metódico de toda una poderosa organización que quiere lograr la condición de liderazgo en el difícil mercado de exportación naval militar.

Por ello, por el éxito sin precedentes que significa esta operación, quisiera felicitar efusivamente a todas las personas que forman parte de Navantia. Pueden sentirse orgullosas. Ahora queda la realización del trabajo que es la parte que mejor sabe hacer la empresa. Del cumplimiento estricto de las condiciones contractuales firmadas con el Gobierno australiano, se reforzará nuestra credibilidad internacional que ayudará a ganar el siguiente contrato.

Los que hemos formado parte de esta querida empresa y vivimos con intensidad lo que acaece día a día, sabíamos que su futuro no iba a desmerecer de su pasado. Sabíamos cuando nos fuimos que la habíamos dejado en buenas manos. Navantia continúa haciendo camino y además lo hace avante toda.