Los caminantes se quejan de la presencia «exagerada» de roedores en la ensenada
05 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.En el paseo marítimo de A Malata se forman a veces tertulias improvisadas con vistas a la ría ferrolana. Los días de sol -cuando la senda se llena de deportistas en chándal, niños en bicicleta y jóvenes patinando-, algunas personas se quedan pasmadas mirando a la ría, señalando con el dedo y comentando lo que ven con el que tienen al lado. No se paran a observar los peces. Ni tampoco las gaviotas. Lo que llama su atención son las numerosas ratas que campan a sus anchas por el litoral cada vez que baja la marea.
«¿Que si hay ratas por aquí? Claro que las hay... ¡Y a punta pala! Algunas son tan grandes que parecen cachorros de perro», asegura Merche, una ferrolana que pasea todos los días por A Malata junto a su marido.
Basta con asomarse al muro de la senda para comprobar que los caminantes tienen razón. Mientras un trabajador de Urbaser se afana en recoger los papeles desperdigados por el césped, abajo, en la ría, unas pequeñas -y no tan pequeñas- manchas grises se mueven de un lado a otro dando saltitos. Son ratas que buscan comida entre los desperdicios y cuya presencia es mayor a medida que uno se acerca a la zona del paseo situada frente a las pistas municipales de pádel de A Malata. Allí hay un desagüe de vertidos y los roedores han encontrado en sus inmediaciones un buen lugar para pegarse sus atracones. «Entre este punto y el pabellón, te las puedes encontrar a patadas, es algo exagerado», advierte José Luis, el marido de Merche.
Y mientras él observa a los animales, un poco más abajo, ría adentro, se puede ver a algunos furtivos escarbando en la arena en busca de marisco.
Mala imagen
«No sé si se puede hacer algo o no para resolver el problema, pero lo cierto es que en una zona tan transitada como esta, las ratas dan muy mala imagen», añade José Luis mientras sujeta con fuerza a su perro. Lucas, que así es como se llama el can, se muestra muy inquieto. Mira fijamente a las ratas, tenso y en posición de ataque. «Es que Lucas -explica Merche, para aclarar las dudas- es un perro ratonero, de la raza pinscher, y por eso se pone así; siempre que venimos lo tenemos que sujetar muy bien, porque sino se lanza a por ellas».
Isabel y María Jesús, otras dos asiduas de A Malata, también están horrorizadas. «Yo he venido a pasear durante todo el mes de septiembre con mi hija, y la verdad es que sí, por aquí hay muchas ratas», advierte Isabel con cara de asco. «¡Que limpien la ría ya, que esto es una porquería!», se lamenta a renglón seguido María Jesús. Otros, como Ángel, se lo toman con humor y resignación. «Es que esto es algo normal, porque, donde hay porquería, hay ratas; ayer mismo, sin ir más lejos, vi a tres paseándose por el Cantón», apunta encogiéndose de hombros.
Y de esa misma forma, con resignación, responden desde el Ayuntamiento. Fuentes municipal explicaron que hasta que no se ponga en marcha la depuradora -algo que sucederá en el año 2010 o en el 2011-, difícilmente se podrá resolver el problema, ya que, hasta entonces, las canalizaciones de residuos seguirán vertiendo al mar.
Los paseantes cuentan que, por el momento, las ratas no han trepado hasta la senda peatonal, aunque José Luis asegura que en más de una ocasión ha visto a alguna de ellas «asomando la cabeza» por los agujeros que hay en la base del muro del paseo.
Si no fuera por los roedores y por el mal olor que envuelve la zona cuando la marea retrocede, las visitas a este paseo resultarían de lo más agradables, ya que la senda cuenta con un buen puñado de atractivos. Por ejemplo, sus vistas a la ría, un gimnasio al aire libre recién estrenado -el parque biosaludable de A Malata-, carril bici y anchas sendas para patinar.