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«Tanto traballo para isto»

Luís A. Núñez

FERROL

Con pena, pero con devoción, miles de personas recorrieron ayer en procesión un kilómetro de alfombras florales en la tradicional celebración del Corpus de Ares

15 jun 2009 . Actualizado a las 14:10 h.

El olor a jazmines, claveles e incienso caló ayer hasta los huesos a los miles de visitantes (en torno a 30.000, según fuentes policiales, durante todo el fin de semana) que ayer sacaron sus mejores galas para compartir con los vecinos de Ares su tradicional celebración del Corpus.

Apenas unas horas antes, centenares de aresanos ultimaban los preparativos para que cada pétalo y cada elemento estuviera en su lugar a las seis de la tarde. En ese momento, y tras oficiar las comuniones a una decena de jóvenes de la villa, las puertas de la iglesia parroquial de San José se abrieron de par en par para dejar paso a la procesión.

Fieles y curiosos se apelotonaban por igual en la plaza da Igrexa para seguir a la comitiva oficial sobre el manto de flores que recorría Ares. Muchos de ellos, cámara en mano, iniciaron horas antes la romería para inmortalizar las virguerías diseñadas por los vecinos del municipio. Verdaderas obras de arte en las que se fundía, un año más, la devoción religiosa con la tradición marinera de la villa.

Tal es así que, entre los motivos dibujados en relieve en las calles se encontraban desde un pulpo gigante hasta unos percebes o unas apetitosas nécoras de aproximadamente un metro de envergadura y, como no podía ser menos, los propios pescadores inmortalizados en su oficio.

Incluso había sitio para clásicos conocidos de factura Disney como el personaje Mickey Mouse, entre otros.

Al paso de la comitiva, el comentario era generalizado: «Tanto traballo para isto», decía uno de los visitantes. Los niños, a la cola de la procesión, recogían restos de lo que hasta minutos antes eran los tapices hacia los que este fin de semana dirigió su mirada buena parte de la comarca.

Pero no todas las existencias de flores se agotaron en la noche anterior, en la que los vecinos se concentraron para, en tiempo récord, finalizar el trabajo. Algunos pétalos caían de las ventanas a modo de lluvia por las estrechas calles de Ares al paso de la cabecera de la procesión, que en poco más de una hora enfiló de nuevo la puerta de la iglesia hasta el próximo año.