Monfero renace sin pauta de futuro

FERROL

El monasterio ha descubierto una nueva cara tras la consolidación de muros que inició una rehabilitación para la que la Xunta aún no ha garantizado su continuidad

24 ago 2009 . Actualizado a las 11:55 h.

Seis meses han bastado para dar una nueva cara al monasterio de Monfero. Más bien a la espalda, ya que mientras la fachada principal sigue mostrando al visitante el ajedrezado barroco de siempre en la entrada de la iglesia, los muros traseros son otros. Tanto que apenas se reconocen sin la vegetación que recubría los robustos sillares de piedra y que había llegado a formar parte de ella. «Hay algunos muros que creíamos que estaban en pie y habían desaparecido y al revés, otros que pensábamos que ya no estaban aparecieron», explicó el arquitecto Enrique Blanco, responsable de las obras junto a Patricia Sabín.

La primera fase de la rehabilitación concluirá antes de que finalice el año según las previsiones de los profesionales. Cuando expire el plazo de ejecución de diez meses destinado a la limpieza y consolidación de muros, y la consecuente inversión de 1,8 millones de euros, no se sabe qué pasará. No hay contrato adjudicado para la segunda y la Xunta todavía no ha confirmado la continuidad de unas obras que debería transformar uno de los centros monásticos más importantes del Císter en un hotel de lujo con spa. El horizonte de que abriese a finales del 2011 apuntado hace unos meses parece disiparse ante lo complicado de los trabajos y, sobre todo, la falta de compromiso político.

Mientras tanto, los arquitectos continúan destapando sorpresas como que no podrán actuar en los sótanos al encontrarse con una zona de rocas o que el scriptorium, el lugar donde los monjes leían y transcribían documentos, está en mejor estado de lo que se preveía.

A pie de obra, verjas, señales y una rampa que accede al interior del complejo dan una pista a los visitantes de lo que se cuece dentro. Y, sobre todo, de que no podrán ver la totalidad del recinto.

Pero eso no les importa a Cruz Hernández y Jaime, una pareja llegada desde Valencia y que pasan unos días acampados en Monfero. Tras visitar las Fragas do Eume, Pontedeume, A Coruña y Laxe, el viernes recalaban en el monasterio. «Es impresionante ver este edificio tan grande en este lugar», aseguraba ella. Con la boca abierta la dejaban las bóvedas de la iglesia y el ajedrezado de sillares que forman los bloques de granito y pizarra. «¿Eso de ahí al lado qué es?», preguntaba señalando el edificio anexo. La continuidad del monasterio y su futura transformación en hotel de cuatro estrellas y centro termal también los sorprendía. Pero recapacitaban: «No me extraña, es como un palacio», aseguraban.

El de Monfero es de los pocos monumentos que continúan cerrados por obras en la comarca. Aún así, pueden recorrerse la iglesia, la sala capitular, el baptisterio, la chirola -donde se aloja la sacristía- y el coro. Los claustros, el refectorio y la cocina deberán aguardar.