Esperanza Piñeiro de San Miguel (Vigo, 1952), catedrática de Historia y una de las autoras que más libros han dedicado al pasado ferrolano, lamenta que «Ferrol no haya conservado su muralla». De hecho, la investigadora lamenta que «Ferrol, que tanto peleó en su tiempo para conseguir su muralla, pelease tanto después para tirarla, y hoy apenas cuente con restos de ella».
-La muralla cuyos restos se conservan en parte, era del siglo XVIII. ¿Nunca tuvo la ciudad muralla medieval?
-Se cree que sí, que hubo una muralla medieval anterior a la construida en el tiempo de la Ilustración. Una muralla que rodeaba Ferrol Vello, y que tampoco era una gran muralla, claro, pero que en cualquier caso, y al menos en parte, defendía lo que era la primera villa, de carácter eminentemente pesquero. Pero aún hubo una muralla anterior a esas dos.
-¿Cuál?
-La muralla que defendía, en tiempos anteriores a la romanización, el castro marítimo que constituía el primer asentamiento humano de lo que acabaría siendo, con el tiempo, Ferrol. Un castro que tenía su base en lo que hoy es Curuxeiras, y del que se conserva una cierta memoria a través de la toponimia, porque Ferrol Vello sigue teniendo hoy su Rúa do Castro.
-Y con la muralla del XVIII, ¿qué pasó, exactamente?
-Primero, a mediados del siglo de las Luces, cuando la ría ya tenía unas defensas importantes, y Ferrol estaba bien fortificado por mar, empezó a quedar patente de que la ciudad, por tierra, estaba indefensa. Sobre todo, en caso de que hubiese un intento de invasión. Entonces, los ingenieros militares comenzaron a reivindicar que esa muralla se construyese, y de hecho se hicieron varios diseños distintos, como los Montaigú, Miguel Marín o Sánchez Bort. Finalmente, a partir de 1767 se comienza a redactar un último proyecto, que es el que se llevará a la práctica, el de Francisco Llovet. Un proyecto que continuó y culminó Dionisio Sánchez de Aguilera.
-¿Cuáles eran sus características principales?
-Se trataba de una muralla de gran longitud, de nada menos que 6.856 metros, que rodeaba toda la ciudad, con sus barrios de Ferrol Vello, Esteiro y A Magdalena, además de Canido, y también las construcciones militares de la Armada y el astillero. Contaba con tres puertas marítimas, de las que hoy solamente se conserva la de Fontelonga, tras el Tercio Norte, y dos terrestres, que eran la de Caranza y la de Canido, de las que no se conserva ninguna. Posteriormente se abriría, en 1811, una tercera puerta terrestre, la llamada Puerta Nueva, que estaba frente a la actual plaza de España, y que obviamente no se conserva tampoco.
-¿Cuándo comenzó a demolerse la muralla?
-En el año 1893 ya comienzan a alzarse voces que piden que la muralla se tire. Argumentan, y así lo recoge la prensa de su tiempo, al igual que las actas municipales, que existen zonas en las que el crecimiento de la ciudad está bloqueado, porque la legislación relativa entonces a la defensa de las plazas de guerra impedía edificar en dichas áreas sin autorización expresa de los jefes militares. Las puertas de la muralla, además, eran muy estrechas para lo que los nuevos tiempos ya requerían, y por eso las puertas fue los primero que se derribó. De hecho, la primera en desaparecer fue demolida en el año 1901, y se trató de la Canido. Y un año antes se había modificado por completo la Puerta Nueva.
-¿Y cuándo se derribaron los últimos tramos...?
-La mayor parte de la muralla fue derribada en los años veinte del siglo pasado, y durante los 50 años siguientes la destrucción continuó imparable. Lo importante, ahora, es conservar lo que aún nos queda.