Las disputas por la propiedad del terreno que daba acceso a una vivienda de Esmelle concluyen con la demolición de una rampa ordenada por el TSXG
02 oct 2009 . Actualizado a las 12:03 h.«Cada un que vaia defender o seu», trataba de justificarse ayer José Santiago Díaz, vecino del número 37 del lugar de Lodeiro, en Esmelle, mientras contemplaba cómo se ejecutaba una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) del 26 de febrero que ratifica la denuncia interpuesta hace más de una década contra su vecino del número 33, Ricardo Bouzón Fernández, por invadir una parcela de su propiedad con una rampa hacia la carretera principal.
Según Bouzón, hace 17 años que lleva ese acceso dando servicio a su vivienda, y declara que es la alineación de la carretera y su dominio de afectación al que se acoge su vecino para denunciarle. Creía haber solucionado el problema en el 2001, cuando tuvo que retirar parte de un muro «de contención» que se incluía en la franja protegida. Desde entonces, argumenta, el Concello le otorgó varias licencias para legalizar la situación. Pero su vecino continuó con los litigios. La última licencia tiene fecha del 5 de marzo de este año; un mes después de la sentencia del TSXG en su contra.
Ayer se podía contemplar el resultado. Tanto la pared de hormigón para contener el talud de la finca contigua como el tramo de rampa más próximo a la carretera se convirtieron en escombros, incomunicando la vivienda con la carretera ante la mirada estupefacta de una veintena de personas.
«É unha cousa lamentable. Na vida vin algo tan inxusto», comentaba uno de los que se plantaron en el número 33 de Lodairo para dar su apoyo a sus vecinos. Entre críticas al estamento judicial, recordaban que «teñen unha muller de máis de setenta anos en silla de rodas dende non sei canto; e se lle pasa algo, ¿como a sacan, en helicóptero?»
Mientras contemplaba la demolición e intercambiaba algún que otro comentario malsonante con los vecinos, José Santiago, el denunciante, apuntaba hacia la parte baja de la casa de Bouzón. «Ten a entrada por alí, por onde ten o garaxe, e esa rampa deixeilla facer cando estaba en obras para que metera os materiais», sentencia. Pero, pasados los años, considera que ya va siendo hora de recuperar «o que é meu».
Bouzón y Santiago no se pueden ver. Su batalla comenzó con los primeros litigios y ahora, señala María del Carmen Díaz, esposa de José Santiago, «xa non hai solución». Mientras una denuncia que fue agredida por los Bouzón, los otros acusan a sus vecinos de actos vandálicos contra su propiedad. Y la conclusión es que «eu non sei como poden aguantar», señalaba ayer uno de los testigos de la demolición.
Lo que sí está claro es que los Bouzón tuvieron el apoyo del pueblo: «Cando viñeron para tiralo -relata uno señalando la casa del denunciante- estaban poñendo música e rindo».
José Santiago, por su parte, relataba cómo «encheron toda a rampa de coches para evitar que a tirasen ata que a policía empezou a coller as matrículas».
El operador de la pala, por su parte, reflejaba el sentir generalizado: «Eu non entendo nada».