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Un sobre lleno de honradez

Rocío Pita Parada rocio.pita@lavoz.es

FERROL

29 oct 2009 . Actualizado a las 02:47 h.

La Mirilla de hoy es un pequeño homenaje a aquellas personas que hacen a una sentirse orgullosa de la condición humana. Que aún las hay. Imagínense que van caminando por la calle y se encuentran en el suelo un sobre, solitario, abandonado y sin nombre, pero llenito hasta arriba de billetes. ¿Qué harían? ¿Lo adoptarían? Esta es la historia de ese sobre, de quien lo perdió y de quienes lo encontraron... y de cómo la honradez hizo que regresase a su legítimo dueño.

Todo esto comenzaba el pasado martes, a últimas horas de la tarde. Un matrimonio de San Xoán, formado por el peluquero Juan Rodríguez Beceiro y María Luisa Veiga Carracedo, volvían de uno de sus cotidianos paseos por A Gándara. A la altura de la calle Pista Isolina se toparon con el sobre en cuestión y lo recogieron. «Le di con el pie y ya vi que era dinero. Y por lo que abultaba tenía que ser bastante», explica ella. Al llegar a casa comprobaron que contenía, exactamente, 2.350 euros. Sin pensarlo, sobre en mano se plantaron en el cuartelillo de San Juan, para depositarlo en la Policía Local de Ferrol. No conformes con ello, al día siguiente iniciaron sus pesquisas por oficinas de La Caixa, el logo que aparecía en el sobre, para intentar comprobar si alguien había extraído esa cantidad y que el dinero retornase a su dueño. Lo hizo, sí, pero por otro camino.

Una cerveza estuvo a punto de salirle muy cara a Eladio Casal. Reside en San Sadurniño y es uno de los mayores apicultores de la comarca, con más de 300 colmenas distribuidas entre Lamas y Moeche. Había sacado ese dinero para comprar material en un establecimiento del barrio naronés y decidió hacer un alto en el camino para refrescarse. Cuando salía, el sobre se cayó de su bolsillo sin advertirlo. Cuando se dio cuenta, era demasiado tarde. Con esperanzas casi nulas, a la mañana siguiente se presentó en la Policía Local de Narón, el ayuntamiento anfitrión de la pérdida. Y allí no tenían noticia alguna del hallazgo. Un agente le sugirió que llamase a sus colegas ferrolanos. Lo hizo el propio policía. Ante el asombro de Eladio, le confirmó que sí, que allí estaba. Enumerando el número de billetes de cada tipo que contenía acreditó ser su dueño. Sorprendidos también los agentes le explicaron quién y cómo lo había encontrado. «Non pensei que aínda quedara xente desta», explicaba ayer por la tarde aún emocionado.

Desbordado de agradecimiento, Casal se fue a la vivienda del matrimonio. «Timbró y dijo: 'Soy el que perdió el dinero'. Subió a casa. Estaba emocionadísimo... y yo exactamente igual. Fue como si me lo hubiesen devuelto a mí», aseguró Juan Rodríguez. «A ellos se le saltaron las lágrimas y a mí casi. Estaba deseando que apareciese el dueño», agrega su esposa. Eladio Casal casi no daba crédito: a la suerte de que hubiese aparecido el dinero y a la de que quienes lo hubiesen encontrado fueran xente «desta». «Agradézollo moitísimo. Ademais, foron moi atentos: entregaron os cartos e aínda foron mirar á Caixa a ver quen quitara os cartos. Desta xente xa non queda», repetía una y otra vez.

«Sean sinceros: ¿de verdad no se les pasó por la cabeza quedarse con el dinero, aunque fuera con un poquito?», interrogamos a los bienhechores. «No, no, no. Lo que no es mío no lo quiero. Es muy importante poder dormir de noche tranquila», defiende María Luisa. Su marido lo corrobora y desecha cualquier halago a su comportamiento ejemplar. «Es lo que todos deberíamos hacer, no tiene ninguna importancia. Lo que la tiene es cuando es al revés», apunta. Y para demostrarlo, su mujer es reincidente. «Ya me pasó otra vez, hace muchos años», recuerda. En aquella ocasión su hijo y ella encontraron una cartera con 12.000 pesetas y un buen fajo de billetes, en francos franceses. También lo entregó a la policía y también apareció su dueño, aunque en aquella ocasión, tarjetas y documentación ofrecían más pistas.

Y como de bien nacidos es ser agradecido, un billete de 200 euros de los que un día perdió Eladio Casal quedó desde ayer, y esta vez sin devolución, custodiado por el matrimonio. A pesar de las reiteradas negativas a aceptar la recompensa a su buen gesto, el agradecido apicultor no les dio opción. «Polo menos, para que se poidan ir un día de cena», justificó. No me dirán que la historia no se merece esta Mirilla. Aunque lleve moraleja: ¿Lo haría usted? Reflexionando les dejo.