El arqueólogo lucense Anxo Felpeto lleva más de dos años enamorado del castillo de Naraío. Es el responsable de las prospecciones de su área -las obras las dirige el arquitecto ferrolano José Antonio Alonso- desde la primera fase. Ahora está volcado en la preparación del proyecto para comenzar a intervenir de nuevo tras dos meses de parón. El abandono sempiterno que ha sufrido la fortaleza es para él casi una ventaja: «Prefiro un pouco de retraso e unha intervención conxunta e planificada que outras mal feitas». La que dirige, asegura, es de las primeras.
El entusiasmo en su labor está justificado. «Para min Naraío é un xacemento arqueolóxico único», dice. Y lo argumenta: «Polo momento en que foi abandonado e polas posibilidades de excavación». Felpeto destaca que los restos se encuentran, eso sí, con el tamiz inexorable del tiempo, en el mismo estado en que se abandonó el castillo alrededor del año 1600. No se utilizó como palacio y eso permite encontrar hoy una estructura bien definida que refleja la complejidad constructiva de la época. «Resulta incrible pensar a planificación que existiu», asegura. Para el futuro, tiene su propia propuesta: «As propias excavacións arqueolóxicas poderían ser visitables». Es decir, simultanear investigación y turismo cultural, después de que los muros queden consolidados.