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«Sin congelaciones, podíamos haber coronado el pico Lenin»

bárbara patiño FERROL / LA VOZ

FERROL

Los miembros del Montaña Ferrol narran su viaje a la cordillera del Pamir

26 ago 2011 . Actualizado a las 12:56 h.

Carlos García y Nuria Valle, alpinistas del club Montaña Ferrol, regresaron de la cordillera del Pamir hace unos días. Todavía tienen restos en sus rostros de las quemaduras solares. Les acompaña un poso de rabia por haber estado tan cerca de la cumbre y no poder alcanzarla. Decidieron regresar al campo 3 (a 6.500 metros) porque las congelaciones amenazaban. Era muy arriesgado seguir con la ascensión porque estaban solos tras el abandono de su compañero durante la aclimatación.

-¿Qué les impidió hacer cumbre?

-Nuria Valle: Si no tuviésemos congelaciones, podríamos haber coronado el pico Lenin, pero estábamos solos y volveríamos al campo 3 sin luz, de noche, y era arriesgar demasiado. Cualquier cosa que se hubiera torcido garantizaba una muerte segura. De los 6.000 a los 7.000 se nos juntaba cada vez más frío y peores condiciones físicas. Esas diez horas de tramo hasta la cumbre desde el campo 3 son demasiadas, como así opinaban los pocos montañeros que hicieron cumbre. Si volvemos, intentaremos montar un campo 4.

-Carlos García: Al cuarto día de estar allí, cuando íbamos a subir al campo 2 para dejar material, nuestro compañero vio que no podía y decidió abandonar. Nosotros debimos portear parte de la carga que él llevaba. Lo imprescindible para el ascenso, cuatro kilos más cada uno, lo que nos mermó físicamente.

-¿Tuvieron problemas con el material?

-N. V.: Las botas y los guantes de Carlos no eran adecuadas para el clima del Pamir, sobre todo para los vientos tan fuertes.

-C. G.: Saqué los guantes para hacer una foto y, cuando volví a ponérrmelos, no me recuperaba. Me quedé sin tacto y un montañero ruso que venía detrás me dejó unas manoplas de pluma de repuesto. Nos hemos hecho amigos y esperamos que venga a Ferrol a visitarnos, y nosotros ir a Moscú a verle.

-N. V.: Casi seguro que conseguiríamos la cumbre con unas buenas botas para Carlos. A 6.500 metros estábamos bien, y fueron muy pocos los que pudieron lograrlo ese mes; nos sentimos un poco decepcionados.

-¿La aclimatación fue buena?

-C. G.: Fue perfecta. Solo tuvimos algún pequeño dolor de cabeza, que solucionamos con paracetamol. El campo base estaba a algo más de 3.000 metros. Aunque es verdad que hicimos todo por el libro, fuimos muy exquisitos en eso para no tener problemas de edemas y demás.

-N. V.: Incluso tuve una infección en una muela y fui allí a un dentista local, que me cobró 2 euros por radiografía y consulta. Tomé antibióticos y no me sentí cansada, aclimaté muy bien.

-¿Y el ambiente de los montañeros?

-C. G.: En el pico Lenin había gran cantidad de expediciones. Había un ambiente montañero auténtico, diferente a lo que te encuentras en los ochomiles, donde hay más competitividad. La gente se ayudaba, te pasaban información del tiempo... Una chica de Luxemburgo nos pasaba el parte meteorológico que a ella le mandaban vía satélite. Aunque las predicciones no eran fiables en cuanto al viento, y ese factor decidía si hacías cumbre o no. En dos meses solo hubo unos días sin viento en el campo tres.

-N. V.: Había un equipo de catalanes que llegaron a la cumbre. Pero eran ocho de equipo y solo subieron dos. Su organización con el material era otra, y tenían tiendas montadas en todo los campamentos.

-¿Cómo fue la llegada al pico Lenin?

-C. G.: El día que llegamos al campo base hubo un terremoto pequeño. Y después nos enteramos que en 1990 un seísmo provocó un alud sobre el campo 2 y mató a todos los montañeros que allí se encontraban menos a dos. Hubo 42 o 43 fallecidos, pero solo apareció un cadáver. Este verano, pasados 20 años, el hielo del glaciar bajó y han ido apareciendo cuerpos.

-N. V.: Nosotros nos enteramos allí. Un montañero francés se encontró con uno de los fallecidos en el terremoto. Por eso ahora el campo 2 no está en el mismo sitio. Está en un lugar más incómodo, pero a salvo de los aludes.

-¿Hubo muchos accidentes?

-N. V.: Bastantes. Ninguno mortal, pero sí hubo problemas con las grietas del glaciar. Por eso se lleva casco, porque si te caes en una grieta te das un fuerte golpe. Una alemana cayó ocho metros dentro de una grieta, quedándose suspendida en la cuerda, justo después de pasar nosotros. Eso sucede porque los puentes de nieve se deterioran y acaban por ceder. Esa chica alemana estuvo casi una hora pasando mucho frío, unos 15 grados bajo cero.

-C. G.: Todos los días pasaba algo, accidentes, enfermedades, problemas de edemas, congelaciones... Las condiciones allí son muy duras.

-¿Sintieron miedo?

-C. G.: Algún día en las grietas, sí, pero no hemos tenido un susto concreto. Por las noches haces balance y lo pasas mal. Sobre todo porque cuando llegamos, el primer día al campo base hubo un terremoto, y te asusta.

-N. V.: Yo pasé más miedo en el viaje en camión hasta el Pamir que en el pico Lenin. A veces atravesábamos ríos secos y parecía que iba a ceder el terreno.

-C. G.: Y en el avión. Un Antonov que vibraba muchísimo, era como ir en una avioneta, y había hasta moscas en la cabina. Estaba lleno de remaches y de parches y parecía que se iba a desmontar. Sin embargo los pilotos eran muy buenos

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