Webber y Vettel chocaron entre sí cuando lideraban la carrera y regalaron el doblete a Hamilton y Button
14 jun 2010 . Actualizado a las 18:42 h.El credo no escrito del piloto de fórmula 1 dice que el primer rival es el compañero de equipo. A veces ese principio es sacrificado en aras de un bien superior: ganar el Mundial. Sucedió, por ejemplo, con Michael Schumacher en Ferrari. Pero en un campeonato poco jerarquizado como este, en las escuderías los supuestos galones pesan menos. Y eso puede llevar al fratricidio. Lo saben muy bien en McLaren. Y ahora también en Red Bull. La escudería austríaca escenificó su suicidio en el Gran Premio de Turquía. Mark Webber y Sebastian Vettel chocaron cuando lideraban la carrera. Y regalaron el doblete a McLaren. Lewis Hamilton conquistó su primer triunfo de la temporada y Jenson Button acabó segundo. Webber también subió al podio, pero en su rostro no había rastro de euforia. Porque era consciente del haraquiri de su equipo.
El dominio de Red Bull saltó por los aires en la vuelta cuarenta. Webber estaba al frente de la carrera. Parecía haber puesto rumbo hacia un nuevo triunfo para consolidarse en el liderato del Mundial. Solo Hamilton había intentado inquietarlo con algún asalto más psicológico que real. Porque los dos rivales se repartían la hegemonía en los distintos sectores del trazado.
Los gestos del alemán
Hamilton le había ganado la partida a Vettel en la salida. Pero el alemán fue más rápido en el cambio de neumáticos. No tenían que regresar a boxes. Estambul olía a doblete. Pero entonces llegó el duelo al sol. Vettel intentó adelantar por el interior a Webber, que había reducido su velocidad porque su motor estaba en modo ahorro. El alemán se cruzó e impactó contra el australiano. Uno tocado. El otro hundido. Webber tuvo que acudir a boxes para reparar su monoplaza y descendió a la tercera plaza en su regreso a la pista. Vettel simplemente no pudo seguir. Salió de su coche y comenzó a hacer evidente su enfado con gestos. Con su dedo haciendo círculos al lado de la sien vino a decir que Webber había actuado como un loco. Lo repitió varias veces. Con y sin casco. Para que quedara claro ante el mundo.
Tras el choque, cada piloto defendió su versión de los hechos. Aunque Vettel fue el más agresivo. Insistió en que la culpa no había sido suya. Aseguró que tenía ganado el interior, que se ve claramente en las imágenes que su compañero le había golpeado en la rueda derecha. Webber, en cuyo rostro se dibujaba la preocupación, fue más diplomático en sus declaraciones, aunque recordó que durante la polémica maniobra él siguió recto y fue el alemán el que se metió en su línea de carrera. Y añadió que Vettel y él tendrán que charlar sobre el asunto, «como adultos».
Christian Horner, jefe de Red Bull, explicó que, aunque Vettel se metió por el interior, después se cruzó demasiado pronto. Horner añadió que esta situación no debe repetirse.
Liberados de sus dos contrincantes, Hamilton y Button estuvieron a punto de reeditar el canibalismo de Red Bull. Pero, después de que sus coches se tocaran y flirtearan con el desastre, desde el equipo les ordenaron que ahorraran combustible. Una medida preventiva para no agotar su gasolina después de un gran esfuerzo para mantenerse a la estela de los Red Bull o una llamada de atención para frenar el ímpetu de sus pilotos. Pero, después de la advertencia, Hamilton navegó con tranquilidad hacia el triunfo a una distancia prudencial de Button.
Fernando Alonso, octavo
Fernando Alonso solo fue octavo en el gran premio número ochocientos de Ferrari. Recuperó cuatro puestos y sumó cuatro puntos, pero el botín es pobre. Porque no sufrió problemas mecánicos. No cometió un error de pilotaje. No fue víctima de la estrategia del equipo. No fue taponado por Felipe Massa. Simplemente el F10 se quedó varado en esa posición, sin poder aspirar a nada más. Alonso y Massa se atascaron en el doble duelo que protagonizaron con los Renault. Ferrari está obligado a acelerar si no quiere descolgarse del tren delantero del campeonato.
Y el drama para Alonso hubiera sido mayor si Red Bull hubiera firmado un doblete, porque Webber abriría una brecha en la clasificación con la que se estaría confirmando como el Button del 2010. Pero, ahora, los dueños del mejor coche de la parrilla tendrán que gestionar el desencuentro entre sus pilotos, apagar las llamas de la guerra interna. De esa batalla en la que el compañero es el primer rival. Y el último.