La declaración judicial de los tres detenidos -uno de ellos fue enviado a prisión- por el crimen de Vilanova provocó ayer un problema de orden público a las puertas de los juzgados de Vilagarcía que acabó con la intervención de los antidisturbios. Un centenar de personas procedentes de A Illa de Arousa, localidad de la que era vecino el joven asesinado Christian Willisch Diz, se presentaron a primera hora de la mañana frente a la sede judicial con su particular idea de la justicia: «o ollo por ollo».
A lo largo de la mañana se sucedieron escenas de gran violencia verbal y hasta física, pues en uno de los arrebatos de los jóvenes los policías tuvieron que utilizar las porras para desalojar a la multitud.
El momento más tenso fue a las 10.45 horas, cuando llegó el furgón que transportaba a los tres detenidos desde Pontevedra y fue recibido a pedradas. Los juzgados de Vilagarcía carecen de garaje, lo cual obliga a que los detenidos tengan que acceder desde el exterior. En cuanto asomaron la cabeza, hubo una algarada de insultos dirigidos a los detenidos y también contra la Guardia Civil.
Ya con los tres vilanoveses dentro, la ira de los presentes se cebó con las fuerzas de seguridad, a las que responsabilizan de la muerte de Christian. Les reprochan que no hubieran detenido a los vilanoveses cuando en la madrugada del sábado tuvo lugar el primer incidente en la discoteca Ilusión, momento en que se intervino una pistola de balines. «Vindes agora a coidar deles, deixádeos para nós. Queremos verlles as caras», se oía en medio del griterío.
Se alcanzó el mediodía con los ánimos caldeados, pero a partir de las dos de la tarde el ambiente se tranquilizó. En ello tuvo mucho que ver el amplio despliegue policial.
Despliegue sin precedentes
Las fuerzas de seguridad trasladaron hasta Vilagarcía una quincena de vehículos, entre los cuales había media docena de antidisturbios de la Unidad de Intervención Policial y del Grupo de Reserva de Seguridad de la Guardia Civil.
Los agentes flanquearon la entrada de los juzgados hasta las seis de la tarde, momento en que salió el furgón con los tres detenidos. Pese a que obligaron a los presentes a desalojar la entrada e hicieron un cordón policial, no pudieron evitar que algunos despidieran el vehículo con insultos y ademanes de querer patearlo.
En su interior viajaban los tres vilanoveses, y sólo uno de ellos fue a prisión. Se trata de Antonio Pouso Aydo, conocido como O Cuco , a quien se le imputa la autoría de la cuchillada que mató a Christian. Los otros dos detenidos, Abraham Rey Alonso y Roberto Millán Mariño, quedaron en libertad con cargos.
Ayer había temor a las represalias contra los detenidos que quedaron en libertad, tanto que el Juzgado número 2 ni siquiera quiso informar a la prensa de su resolución para evitar que trascendiera el dato.
Durante toda la mañana se habían oído voces clamando venganza. «Deixade que veñan para a Arousa [A Illa] que temos nós a nosa xustiza», coreaban los más exaltados. Después de siete horas de declaración y un despliegue policial sin precedentes, a las seis y media de la tarde regresó la normalidad a O Cavadelo. En los bares y quioscos de los alrededores se habían agotado ya las existencias de bebidas y bocadillos.