El actual modelo de financiación autonómica beneficia algo a los más pobres, pero sobre todo al País Vasco
01 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.La comunidad autónoma del País Vasco y el Gobierno español acordaron a finales de agosto que el cupo que pagaría aquella comunidad al Estado se calcularía «básicamente en función de la renta relativa de Euskadi respecto al Estado», que cifran en el 6,2%. Es esta una situación única -junto a la de la comunidad foral de Navarra- que les permite disponer de unos recursos por habitante superiores en más de un cincuenta por ciento a la media española, después del supuesto pago con tal cupo -y sus no menos particulares deducciones- de los servicios (apenas defensa, seguridad, justicia...) que allí realiza el Estado. Todos los demás ingresos y gastos públicos son de su exclusiva competencia.
Por su parte, el nuevo Estatuto para Cataluña establece que, como criterio de recepción de fondos de inversión para infraestructuras, «se equiparará la participación relativa del producto interior bruto de Cataluña con relación al del Estado», participación que en el mes de septiembre la Generalitat y el Gobierno español acordaron que debía cifrarse en el 18,8% del total español.
En los dos casos, es el peso de su riqueza en España el que determina el cálculo: cuánto pagar en el primero y cuánto recibir en el segundo. Este criterio se sobrepasó -días después- para Andalucía cuando el presidente del Gobierno acordó unas inversiones para aquella comunidad al nivel del peso de su población (que supera al del producto o la renta en cuatro puntos) como dice su Estatuto. Y se sobrepasó también para Galicia con un 8% (tres puntos más que nuestro producto) -en este caso, confirmado por Zapatero al presidente de la Xunta en un almuerzo en Madrid- de las inversiones del Estado.
Órdago
Como es fácil suponer al reunir todas las raciones de una tarta no puede resultar una tarta mayor que la inicial por lo que, o bien algunas comunidades van a recibir menos de lo que pesan en el total nacional (órdago que no veo cómo mantener) o bien el reparto que acabará imponiéndose será en función de la riqueza regional. Es este un criterio que nacionalistas vascos y catalanes imponen cada uno a su manera. Y es un criterio que, en la modalidad del cupo vasco, parecen querer imitar cuanto antes desde Cataluña y que, creo haber entendido, también será la propuesta del nacionalismo gallego en una aplazada reforma estatutaria.
Así las cosas, Ignacio Zubiri, profesor de Hacienda de la Universidad del País Vasco, en un libro de reciente aparición publicado por el Instituto de Estudios Fiscales, y coordinado por el colega de la Universidade de Vigo Santiago Lago Peñas, realiza una simulación de cuál sería el resultado de un reparto generalizado de los recursos actuales de acuerdo con el criterio del cupo vasco.
Presentamos en un cuadro la situación actual de recursos por habitante y la situación resultante de asignarlos para todos en función de su peso en la riqueza del conjunto de España. En los dos casos, el nivel cien lo marca la media española que, obviamente, no puede variar de una situación a otra: se supone que la tarta es igual en ambos casos.
Encaje territorial
El sistema actual favorece sobre todo al País Vasco (167) y a Canarias (134), dos casos claramente excepcionales en su encaje territorial en España. Ligeramente por encima de 100, el modelo actual beneficia algo más a los más pobres (Extremadura, Galicia...), beneficio que obviamente soportan los más ricos con valores por habitante por debajo de cien (Valencia, Madrid...). Ni Andalucía supera el cien... ni Cataluña queda por debajo. Es, digamos, una redistribución débil.