En menos de medio año, el impresionante hueco provocado por la explotación minera de Meirama comenzará a llenarse de agua en un proceso que durará entre cinco y siete años y que hará aflorar sobre el municipio de Cerceda un enorme lago artificial con un volumen de 150 millones de metros cúbicos. Será el segundo proyecto de este tipo que se ponga en marcha en Galicia, tras el que se desarrollará para la recuperación de la mina de As Pontes. En Cerceda, la restauración de la explotación minera cubrirá unas doscientas hectáreas, un espacio con dos kilómetros de largo por 700 metros de ancho, aproximadamente la cuarta parte del gigantesco lago de As Pontes.
Aunque la central térmica de Meirama seguirá funcionando, la actividad de extracción del mineral finalizará el 31 de diciembre. La entrada en vigor de una nueva normativa de emisiones coincide con el agotamiento de los recursos mineros, de modo que la central se abastecerá a partir de enero con carbón importado, mientras se aceleran las labores previas a la inundación del hueco. El proyecto está pendiente todavía de recibir las autorizaciones preceptivas de la Xunta de Galicia. Medio Ambiente estudia las peculiaridades del caso y deberá pronunciarse favorablemente para que Industria vise la autorización final para el de sellado de la mina.
Permisos en estudio
El proyecto presentado incluye estudios y proyecciones sobre la calidad del agua, los aspectos geotécnicos para garantizar la estabilidad de los taludes y el posible impacto de esta enorme masa líquida en su entorno que han sido elaborados por las universidades de A Coruña, Santiago de Compostela, la politécnica de Madrid y la prestigiosa firma canadiense Golder Associates, especialista en proyectos de ingeniería y recuperación medioambiental.
Fenosa, propietaria de la mina, confía en que los permisos estén listos en primavera, para iniciar el proceso de llenado del hueco.
Hasta entonces, los responsables de la explotación deberán garantizar dos aspectos principales: la estabilidad del hueco y la calidad del agua que lo vaya rellenando. Los residuos del carbón, en contacto con el agua, aumentan su acidez, por lo que será necesario cubrirlos con arcilla para garantizar la salubridad del agua del futuro lago.
En este caso, los parámetros de calidad que deberá garantizar Fenosa son especialmente sensibles ya que el futuro lago rebosará a la cuenca del río Barcés que, a su vez, desemboca en el embalse de Cecebre, de donde sale el abastecimiento de agua de A Coruña y parte de su área metropolitana. El responsable de Medio Ambiente de Limeisa, José Luis Delgado, considera que si la Xunta mantiene las exigencias de calidad de agua, no habrá ningún problema para recibir la autorización de llenado del lago. Sin embargo, la empresa concesionaria del abastecimiento de agua a la ciudad de A Coruña ya presentó sus alegaciones al proyecto.
Estabilidad
La cuestión de la estabilidad de las paredes que forman el hueco ha sido resuelta con el traslado de materiales estériles para el apuntalamiento de algunos de los taludes que presentaban mayor riesgo de desplome, de acuerdo con los modelos matemáticos desarrollados por los equipos universitarios que estudiaron las características de la mina.
Sea como fuere, Fenosa no va a escatimar gastos para sellar la mina. El proyecto tiene un presupuesto de 36 millones de euros y ha sido tomado como un referente en la empresa, que pretende que la restauración de la mina se convierta en un ejemplo.
La coincidencia de los proyectos de sellado de las minas de As Pontes y Meirama pondrá sobre el territorio gallego dos grandes masas de agua que tendrán su incidencia en los microclimas locales. En el caso de Cerceda, la menor dimensión del lago tendrá una incidencia también más relativa en las condiciones climáticas: algunos días de niebla más al año y un ligero atemperamiento de las temperaturas.