La suerte de Sara Fernández, camarera del bar Arco Iris de Carballo, tendrá que esperar. Su décimo del gordo de Navidad, valorado en 300.000 euros, ha desaparecido y nada se sabe de su posible portador.
El local en el que trabaja repartió entre sus clientes 70 décimos del 6381, premiados con 21 millones de euros. Uno de esos boletos se lo guardó la propia Sara en el bote que tiene para las propinas dentro de la barra.
La mañana del sábado, la agraciada empezó a recibir llamadas de familiares y amigos que le comunicaban la buena nueva. «Estaba durmiendo y al principio no les hice caso. Cuando me levanté y vine para el bar estaba todo el mundo de fiesta y empezamos con las entrevistas. En ese momento no miré si tenía el décimo y cuando fui a cogerlo, a la una o así, me di cuenta de que ya no estaba», indicó.
Cuando la afectada llegó a su lugar de trabajo, la barra del Arco Iris estaba literalmente tomada por los agraciados que entraban y salían de ella para servirse bebidas a su antojo, con lo que resulta especialmente complicado determinar cuántas personas tuvieron el décimo a su alcance.
«En ese momento me dio vergüenza y decidí no decir nada antes de asegurarme de que no lo había puesto en otro lugar, aunque estaba convencida de haberlo dejado ahí [en el bote] porque es donde guardo siempre los cupones», señaló.
El lunes, después de comprobar que el billete no aparecía, Sara se decidió a poner la denuncia. «Están investigando. Esta mañana [por ayer] vinieron dos guardias para que les contase cualquier cosa que pudiese ser de ayuda. Les dije cuál era más o menos mi serie y están haciendo un seguimiento especial del número, aunque tendré que esperar hasta enero, cuando se cobren todos, para ver si aparece el mío».
La denunciante confía en encontrarlo porque tiene testigos de su compra. «La verdad es que no acostumbro a comprar lotería, pero lo cogí por si acaso tocaba aquí. Mi jefe y los clientes habituales lo sabían», asegura Sara, que ayer acudió, como cada día, a su lugar de trabajo. Por el momento, tendrá que esperar para comprarse el piso que ansía y vivir «con otra paz».