Con el susto en el cuerpo se espabilaron los adormilados pasajeros que en la mañana de ayer circulaban en tren desde A Coruña con destino a Vigo. Eran las ocho de la mañana cuando el convoy se acercaba a la estación de Pontecesures. Viajaban solo 29 pasajeros, porque la mayoría se habían apeado en Santiago. Como el R-598 tenía parada en la estación cesureña, circulaba muy despacio, a unos treinta kilómetros por hora. Por eso los viajeros apenas se percataron de lo ocurrido cuando, a escasos metros de la estación, el convoy se balanceó y las ruedas delanteras de la cabeza tractora se salieron de los raíles. No obstante, el tren no volcó; simplemente se quedó escorado sobre la vía. La maniobra fue tan lenta que los pasajeros ni siquiera pudieron alarmarse más de la cuenta; simplemente no sabían qué había ocurrido. «Las ruedas chirriaron, únicamente oímos un ruido metálico», decían los protagonistas del suceso. Para tranquilizarlos, no tardó en llegar un revisor, que aseguró que no pasaba nada.
Pero mientras los técnicos inspeccionaban la vía para saber qué había ocurrido y los pasajeros veían pasar los minutos en el interior de los vagones, alguien comentó que, en ese tramo, había problemas desde hacía unos días, y que en la mañana del miércoles ya hubo que hacer una parada técnica de 25 minutos. «Hoy tomé el tren una hora más tarde para evitar incidentes y me encuentro con esto», se quejaba un viajero ante sus compañeros.
El tren circulaba por la vía de servicio que utilizan los ferrocarriles que van a parar en la estación, por lo que la principal quedó libre, lo que evitó tener que cortar el tráfico. Cuarenta minutos después del incidente llegó el tren siguiente procedente de Santiago. Los empleados invitaron a los viajeros a cruzar la vía a través de una pasarela para subirse al otro convoy, pero, ante la peligrosidad de la maniobra, se optó por apearlos y que hicieran andando el corto trayecto que los separaba de la estación. Los empleados ayudaron a salvar el desnivel a los viajeros cargados con maletas y a las personas de edad avanzada.
Los afectados llegaron a su destino una hora tarde, y Renfe les devolvió el cien por cien del importe del billete. Pero lo hicieron sin saber las causas que pudieron provocar un accidente de incalculables dimensiones. «Si llegamos a ir más de prisa, no lo contamos. Afortunadamente, solo se ha quedado en un susto», decían. Un susto considerable, porque hace un mes descarriló otro tren en Vigo a causa de un hierro colocado en la vía, y a solo dos kilómetros del lugar del suceso tuvo lugar el trágico accidente en el que murieron tres vecinos de Valga por un fallo en los pasos a nivel.