Un encadenado en los juzgados de Vigo logra que el ministro Bermejo reabra su caso

GALICIA

12 mar 2008 . Actualizado a las 12:06 h.

¿Qué ocurre cuando un ciudadano de escasos recursos económicos busca Justicia porque cree tener la razón, pero los jueces dictan sentencias en su contra y los abogados de oficio rehúsan ayudarle porque dan por perdido su pleito? El pensionista Ángel Jesús Muñiz Rodríguez saltó de gozo cuando, tras pasar mes y medio encadenado en una columna de los juzgados de Vigo, recibió el pasado lunes un telegrama del Juzgado de Instrucción número 5 de Vigo que le cita el próximo jueves para que ratifique su denuncia por estafa contra su ex socio.

La buena noticia llegó pocos días después de que este vigués abordase por la calle al ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, cuando visitó el día 3 los juzgados en plena campaña electoral. El alto cargo socialista le prometió estudiar su caso y le pasó el folleto de protesta a su secretario. Días después, llegaba el telegrama y Ángel Jesús cantaba victoria en su web.

El pensionista envió un mail de agradecimiento a quienes le apoyaron. «Después de varios años de pelear para que se supiera la verdad y mi caso fuese revisado, parece que al final lo he conseguido. Agradezco a todos los que han creído en mi inocencia. El ministro de Justicia en persona, con quien mantuve una fugaz entrevista en su última visita, ha creído en mi verdad», relata.

Defiende su causa

El ciudadano lograba así la posibilidad de reabrir un caso sobre el que la Audiencia dictó una sentencia en firme. Nadie daba un duro por su pleito a pesar de que él insistía en que había sufrido una «gran injusticia». Según relata, su ex socio escribió a mano y sin notario un documento donde Ángel Jesús le vendía su participación de un taller y le perdonaba miles de euros. Ángel Jesús denunció que su firma estaba falsificada y que no había percibido una compensación.

Su abogada contrató a un grafólogo privado que declaró que la rúbrica no era auténtica, pero el perito judicial la dio por verdadera. Por ello, el juez declaró la firma real y obligó al denunciante a pagar las costas. La Audiencia ratificó la sentencia.

«Jamás firmé aquel documento, es todo mentira», insiste el hombre que se encadena desde el 31 de enero. «Con este frío me congelo. Ya sé incluso a qué hora exacta viene el sol», dice.