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«¡Seguid y no habléis con nadie!», ordena el patrón

La Voz

GALICIA

15 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

San Esteban de Negros (una parroquia de 540 habitantes), a 14 kilómetros de Vigo. Once trabajadores -seis españoles y cinco portugueses- aceleran la obra del AVE adjudicada a una de las tres UTE que operan en otros tantos tramos de la zona, allanando el terreno para instalar la plataforma ferroviaria.

La Voz acompaña a Melón, Xulio Vicente y Ricardo Arias en su visita a las obras. Cada uno de ellos lleva en la mano un montón de panfletos informativos para asesorar a los trabajadores sobre los derechos que le corresponden en el convenio laboral. Es casi la una de la tarde. Al fondo de una ladera, en medio de un barrizal, las máquinas apagan motores y los obreros enfilan una pista de tierra que enlaza con una empinada cuesta cimentada que los conduce a la carretera.

Un operario con la señal de stop en la mano impide el paso a los periodistas y sindicalistas que aguardan en la calzada para poder hablar con los obreros. A escasos dos metros del encuentro, una voz de mando repele el intento: «¡Fuera del cemento! ¡Se me ponen del cemento para arriba!», ordena un hombre que encabezaba la salida de los obreros y que, por su indumentaria y su gesto de autoridad (no se identificó), asumió de facto ante los sorprendidos allí presentes el rango de patrón.

Pese a la orden del jefe de obra, los sindicalistas insistieron en hablar con los operarios, y su intento desembocó en un tenso enfrentamiento entre los tres delegados de la CIG y el patrón. «¡Tirar para arriba y no habléis con nadie! ¡No habléis con nadie!», ordenó el jefe de obra a los trabajadores, gallegos y portugueses, que en ningún momento hicieron el más mínimo amago de desobedecer. En silencio, en hilera y con la mirada hincada en el asfalto tomaron la dirección del restaurante situado al final de una empinada carretera sin apenas arcén.

Mientras, los sindicalistas seguían pidiendo explicaciones al patrón por la actitud «negrera» con la que había silenciado a los trabajadores.

-«Fóra do lugar de traballo non podes impedirlles que falen con nós», gritaba furioso Melón.

-«¡Son mi gente!», replicaba el jefe de la obra.

Pocos metros más abajo, en Cesantes, la escena se repite. Son las dos y cuarto de la tarde, y las cuadrillas de los trabajadores regresan a las obras de otro de los tramos del AVE tras el breve paréntesis de la comida. Una carrinha (furgoneta) con matrícula de Portugal conduce a media docena de trabajadores hasta la zona central de un terraplén, los deja en tierra y deshace el camino andado en busca de más obreros para traerlos al tajo. También aquí, sindicalistas y periodistas se encuentran el paso cortado mientras una furgoneta sigue todos sus movimientos.