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Muere en la cuneta, con agua bendita en una botella de anís

GALICIA

La autopsia determinará las causas del fallecimiento de Jaime Fernández Mareque, cuyo cadáver apareció en Boqueixón

25 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La última vez que los vecinos de Cubelo -parroquia de Santa Eulalia de Vigo y término municipal de Boqueixón- vieron con vida a Jaime Fernández Mareque fue en la misa de la bendición del agua. Eso fue el domingo, domingo de Resurrección, cuando Jaime acudió a la iglesia, como suele hacerse por estas fechas, para llevarse a su casa el agua bendecida por el párroco especialmente para la Semana Santa. Eso ocurrió a las seis de la tarde, y el cadáver de este agricultor de 54 años, casado y sin hijos, apareció ayer por la mañana en una cuneta, frío y no muy lejos de su casa.

Se lo encontró un vecino sobre las ocho de la mañana, que fue quien dio aviso de inmediato a los servicios de emergencia. Poco se podía hacer ya. Jaime llevaba varias horas muerto, por lo que su deceso daba pie a una intervención judicial, que no sanitaria.

Fueron avisados el juez de guardia, el Grumir de Boqueixón y la Guardia Civil de Lestedo. Una forense se encargó de realizar un reconocimiento del cadáver, con el fin de responder a la pregunta: ¿Qué le pasó a Jaime? En un primer momento, se pensó en la posibilidad de que hubiese sido víctima de un atropello con fuga, un tipo de muerte que no es del todo desconocida en las zonas rurales de Galicia. En el área de Compostela hay varios ejemplos relativamente recientes. Pero no. La forense no advirtió golpes, ni arañazos, ni vestigio alguno que hicieran pensar en un atropello, así que será la autopsia la que deberá determinar las causas de un deceso que tiene visos de muerte natural.

Hubo una circunstancia que llamó la atención a quienes asistieron al levantamiento del cadáver: Jaime llevaba con él una pequeña botella de anís, de las de un cuartillo. Dicen los vecinos que, a la salida de la misa, el ahora difunto comentó su intención tomarse algo en la de Veneranda, un bar de toda la vida. La noche del domingo se alargó hasta la madrugada del lunes y no hubo más noticias. Su mujer se preocupó, pero decidió no dar todavía la voz de alarma, confiada en que, más pronto que tarde, su marido volvería a casa.

Lo siguiente fue el hallazgo de su cadáver a las ocho de la mañana a unos cien metros de su casa, tirado en la cuneta, y con una pequeña botella de anís encima.

Sin embargo, a menudo las cosas no son lo que parecen: los sanitarios se dieron cuenta de que en la pequeña botella de Jaime no había bebida espiritosa alguna, ni fluido que tuviese más grados que los que pueda tener el agua de la traída. El contenido no era otro que el líquido elemento que, horas antes, el cura de Santa Eulalia había bendecido para repartirlo entre los vecinos, y que Jaime se llevaba a su casa convenientemente envasado en una pequeña botella con relieve. El agricultor recibirá sepultura esta tarde, a las 18.30, en el cementerio parroquial de Santa Eulalia de Vigo.