La Armada ha puesto en marcha una investigación interna acerca de la aparición de documentos clasificados anteriores al año 1996 en el campo de tiro de Doniños, en Ferrol. El objetivo de las pesquisas será determinar qué falló en el operativo de seguridad y por qué no se destruyeron o trasladaron los citados expedientes a la hora de abandonar esas instalaciones, clausuradas en ese mismo año. También se depurarán las responsabilidades que determinen las indagaciones.
La apertura de una investigación no es una circunstancia extraordinaria. Fuentes militares señalaron ayer que esos procedimientos se ponen en marcha de «forma automática» en cuanto se detecta un problema de seguridad, desde la pérdida de material o accidentes hasta, como es el caso, la pérdida o aparición de información clasificada.
Tras conocerse la presencia de los documentos en las instalaciones militares de Ferrol, que adelantó el martes este periódico, el Ministerio de Defensa y la Armada pusieron en marcha la «inmediata» recuperación de los expedientes clasificados, entre los que había documentos «confidenciales» y «reservados», y que contenían, entre otros datos, los de cientos de militares que prestaron servicio en la década de los ochenta.
La recuperación de los datos se concretó el miércoles por la mañana, cuando varios oficiales de la Marina examinaron las instalaciones del campo de tiro y retiraron los archivos que contenían información sobre el personal uniformado.
La inspección marcó también el inicio de las investigaciones, ya que se hicieron fotografías de las dependencias del campo de tiro, de los documentos abandonados y de los pocos muebles que permanecen todavía en los edificios diez años después de que el Ministerio de Defensa ordenase su clausura.
La Armada sostuvo desde el primer momento que a la hora de abandonar el campo de tiro «los documentos más importantes» debieron ser archivados en el Arsenal de Ferrol o, en su defecto, destruidos. También señalaron que la clasificación de «confidencial» desaparece con el tiempo, por lo que muchos, probablemente todos, documentos encontrados en Doniños deberían haberla perdido tras pasar al menos diez años. Sin embargo, también reconocieron que esos expedientes deberían haber sido destruidos o trasladados durante la clausura de las instalaciones.