Un cabo de la Armada denuncia la desaparición de documentos sobre la explosión en una fragata
FERROL CIUDAD
La investigación por la explosión de la caldera de la fragata Extremadura la madrugada del 19 de diciembre del 2005 en Ferrol dio ayer un giro inesperado. El cabo primero de la Armada Jorge Miguel Gago Chao, que formaba parte de la tripulación, ha asegurado que desapareció documentación importante sobre lo ocurrido. En su comparecencia ayer ante el Juzgado Togado Militar Territorial número 41 de A Coruña, que se ocupa de la instrucción del caso, declaró que horas después del siniestro, en el que murieron un marinero y un cabo, se entregó la « tablilla de valores del agua» al teniente de navío Pablo Varela, jefe de máquinas del buque. El cabo sostiene que nada volvió a saber de ese documento, fundamental para aclarar lo ocurrido y fijar responsabilidades.
El cabo Gago Chao compareció ante el tribunal militar acompañado de su esposa y de la letrada de la familia del marinero fallecido Erik Noval Gómez, vecino del municipio coruñés de Cambre. Hizo su declaración leyendo un extenso texto que preparó durante meses. En el escrito se dice que los meses posteriores al siniestro, en el que murió también el cabo Francisco Javier Pérez Castrillón, «fueron un cúmulo de sucesos que hacían pensar en manos negras que algo deseaban tapar. Desaparecieron ordenadores y algunos documentos de gran trascendencia para la investigación del accidente. Las cámaras y pasillos [del buque] precintados, en teoría por orden judicial, fueron profanados por todo tipo de personas».
¿Por qué es tan importante el documento desaparecido? La vieja fragata Extremadura , dada de baja tras el siniestro tras 30 años de servicio, navegaba con propulsión a turbinas de vapor, a diferencia de las actuales, que son de gas. Las calderas calentaban vapor hasta altísimas temperaturas que luego, conducido hacia las turbinas, accionaba las hélices. Una serie de normas establecen las señales de emergencia, entre ellas lo que se denomina niveles de contaminación del cloro. El cabo Gago Chao sugiere que los niveles llegaron a alcanzar el valor 12 cuando las normas establecen que con 1,6 ya hay una situación de alarma, y con poco más se debe proceder al apagado e, incluso, ordenar el abandono del buque.
Maniobra de arranque
Los dos marineros que murieron en el accidente se encontraban en la sala de máquinas procediendo a lo que se conoce como maniobra de arranque y que no es otra cosa que el encendido de calderas para crear la presión de vapor necesaria.
Gago sostiene que a medianoche del día 18, pocas horas antes de la explosión, él vio la tablilla de valores que recogía los análisis que, periódicamente, anotaba el cabo de guardia en el laboratorio de máquinas. Otro cabo entregó ese documento al repostero de la cámara de oficiales, añade en su declaración. Pero «nunca más se supo de esa tablilla de análisis donde se reflejaba con gran claridad la alta contaminación de las calderas». El cabo Gago declaró que se comentó entre los tripulantes del buque que «ese documento lo hicieron desaparecer los oficiales para proteger al jefe de máquinas, obstaculizando la investigación». Antes de esa declaración sorprendente, el fiscal militar había solicitado el sobreseimiento provisional de la causa por entender que no se apreciaba el delito «contra la eficacia en el servicio», previsto en las leyes castrenses. No obstante, la familia del marinero de Cambre pidió que siguiese la investigación y aportó ayer el testimonio del cabo Gago, que había conocido previamente.