El barrio de Ferrol Vello intenta tomar aire tras décadas de abandono y degradación, pero los intereses especulativos y la tibieza administrativa lastran su recuperación
04 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.«Non será para tanto, que o outro día estiven na Coruña e tamén teñen moito por que calar». La señora habla de la degradación del Ferrol Vello con humor detrás de la barra del único negocio que hay abierto en todo el barrio. El letrero reza «Tabacos. Regalos y souvenirs» y por dentro del local se mueven sin miedo unas palomas a pesar de que estamos bajo techo, algo que no se puede decir en una buena parte de los inmuebles del barrio. «Eu recordo pasar por aquí mil douscentos mariñeiros nunha tarde. E deixaban para todos», evoca la señora del local. Pero los que pasaron fueron los buenos tiempos, y lo que hoy se aprecia en el viejo Ferrol, un conjunto urbano con un trazado medieval mil veces remendado, es un ambiente similar al escenario de un bombardeo.
«Es difícil actuar porque la propiedad ha quedado concentrada en manos de cuatro especuladores -explica Miguel Reimúndez, concejal de Obras y Rehabilitación- y, aunque haya edificios en ruina, si los derribamos les estamos haciendo el juego». Mientras, decenas de inmuebles muestran el poder de la naturaleza con brazadas de flores silvestres que asoman a los balcones de casas semiderruidas; fachadas tapiadas y decoradas con pintadas contra Reganosa o inmuebles abandonados y abiertos. «Se hai un lugar onde aplicar a política de vivenda pública en cascos históricos, é este», argumenta Olga Fra, arquitecta y vocal de la asociación de vecinos. «Hai rúas nas que só viven dous veciños e mazás completamente abertas por incendios e derrumbes. A situación é moi mala, pero nós pensamos que se pode recuperar e que a solución non está en derribar os edificios».
Por el barrio se aprecia alguna actividad constructiva, aún escasa, pero que parece marcar el camino de una inevitable rehabilitación, aún imposible de imaginar: «Unha das cousas que pedimos é que se cree un plan especial para o barrio. Iso é fundamental», afirma la representante vecinal. A día de hoy, el tratamiento urbanístico de Ferrol Vello no difiere mucho de cualquier otra zona de la ciudad y, de hecho, algunas construcciones más o menos recientes han interpretado de forma libérrima la tradición del barrio.
Peligro
Las retorcidas calles del viejo enclave marinero se convierten en un peligro los días de viento, repartiendo cascotes de forma aleatoria entre el escaso personal que circula por la zona: «Aquí no hay un supermercado, ni una panadería. ¡Si ni siquiera hay una tienda de artesanía! -lamenta Olga Fra-. El caso de los cascos históricos está muy estudiado; ya se sabe lo que hay que hacer. Hay ejemplos a barrer. Pero la Administración tiene que comprometer un esfuerzo mayor».
«Estamos intentando interesar a los promotores de que ir a Ferrol Vello es una buena inversión -dice Miguel Reimúndez- y apostamos por una recuperación lenta, pero segura. Lo que no podemos hacer es tirar los edificios porque el barrio perdería su valor patrimonial, que es el único recurso que le queda». Lo que le queda al barrio es una larga espera para recuperar el oxígeno.