Tal vez sea una leyenda urbana aquello del funcionario que sale a media mañana a tomar un café y hace la compra del día, se repasa tres o cuatro periódicos y regresa al trabajo justo para fichar a la hora de la salida. O puede que no.
En Pontevedra, el debate está en la calle. Una circular dictada por el concejal de Personal, el socialista José Antonio García Lores, en la que recordaba «os deberes e principios a observar na actuación do persoal que presta servizos no Concello» ha encendido un fuego que ha sido bautizado como «la guerra del café».
Aunque la circular se limita a recordar la normativa vigente (el Estatuto Básico del Empleado Público) y la propia del Concello (el acuerdo regulador y el convenio colectivo del personal laboral y funcionario), unas declaraciones del edil para justificar el documento levantaron la polémica. Aseguró que se ha detectado un «cierto descontrol» en cuanto al cumplimiento del horario de trabajo por parte de algunos trabajadores, «fundamentalmente en lo que se refiere a entradas, salidas y derechos de café».
Posible querella
La reacción de los sindicatos no se ha hecho esperar. Se sienten ofendidos e insultados, exigen una rectificación por parte del concejal y denuncian que esto no se puede generalizar. Alguno, como CC.?OO., apunta incluso a la presentación de una querella «en defensa del honor de los trabajadores». El presidente de la junta de personal, Antonio Casal (CC.?OO.) considera que las declaraciones de García Lores son una «falta de respeto» y ponen de manifiesto que el concejal -que fue secretario comarcal de UGT- demuestra «total incompetencia en materia laboral». El sindicalista ataca a los políticos: «Ellos deberían dar ejemplo, tienen dedicación exclusiva y un sueldo mucho mayor al de la mayoría de funcionarios, no se preocupan de su hora del café, y no llegan aquí a las ocho de la mañana ni tampoco se van a las tres de la tarde». Otros sindicatos, como CIG, CNT y CSI-CSIF, han exigido también una disculpa pública al concejal de personal.
Mientras, entre los propios funcionarios la situación se toma casi a broma y de la indignación inicial se ha pasado a la risa. Alguno de ellos, cuando se cruza con un conocido por la calle repite mecánicamente la coletilla «estoy trabajando, estoy trabajando». Y la verdad es que no es inhabitual toparse con funcionarios municipales, ya que el Concello de Pontevedra tiene oficinas repartidas por media docena de edificios.
Por otro lado, las cafeterías que hay alrededor del Concello no han visto disminuir la demanda de café.
¿Y la gente de la calle? Desde el entorno de García Lores se afirma que el concejal no ha dejado de recibir felicitaciones en los dos últimos días. Quizá sea porque tal vez la historia a la que se aludía al principio es una leyenda urbana, pero se acerca a la imagen generalizada que se tiene de los funcionarios. Aunque no sea cierto y a ellos les incomode.