La nave en la que los expertos creen que se inició el fuego en la madrugada del pasado sábado, un almacén en el que se guardan lejías y detergentes líquidos, no disponía de sistema contraincendios, según una de las hipótesis que maneja la investigación. La imposibilidad de sofocar las llamas en primera instancia y el abundante material combustible que proporcionaron las otras naves contiguas alimentaron el incendio, que alcanzó enormes proporciones y altas temperaturas, y que ha sido calificado ya como el mayor registrado en la ciudad en los últimos 20 años. Ni la actuación de la veintena de bomberos y la decena larga de coches antiincendios hubiese podido controlar la voracidad de unas llamas que a punto estuvieron de alcanzar una zona próxima de bosque, y, desde ahí, dar luego el salto hacia dos gasolineras situadas a unos 45 metros.
La investigación ha empezado a dar sus primeros pasos, pero, no obstante, sigue sin determinar cuál fue el origen del fuego. Las altas temperaturas del amasijo de hierros en que ha quedado convertida la nave y el peligro de desplome del techo y las paredes lo han impedido hasta el momento. Los técnicos, con todo, ya han descartado que se hubiese originado en una furgoneta de reparto que estaba en el interior de la nave de Quimi-Zor, en medio de la gran nave-almacén.
La localización en un punto central del complejo empresarial también se ha venido a sumar a los elementos negativos del siniestro, ya que las llamas corrieron sin control hacia ambos lados de la instalación, entrando en contacto poco a poco con el resto de las naves vecinas, que contenían electrodomésticos, piezas de recambios de automóvil, elementos informáticos, colchones o bebidas, entre otros productos. La factura para el seguro en este siniestro será, casi con toda probabilidad, elevadísima.
El día después
Por otro lado, el aspecto de las instalaciones el día después del siniestro sigue siendo casi espectral, puesto que se ve un edificio en ruinas, retorcido y con pequeñas columnas de humo propias de una hecatombe. A primera hora de la mañana de ayer comenzó su demolición, ya que los muros externos corrían peligro de derrumbe. Ya a última hora de la noche de anteayer se contrató a una empresa para echarla abajo y la previsión es que en las próximas horas esté demolida gran parte de la estructura. Durante la noche, un retén de bomberos y policías vigilaron la nave semiderruida y estuvieron controlando también la posibilidad de pequeños conatos de incendio que, finalmente, no se produjeron.
Capacidad de respuesta
El alcalde de Vigo elogió la capacidad de respuesta que ayer demostró la ciudad ante una «situación compleja» por el incendio de la nave, que obligó a desalojar a unas 180 personas que vivían en 86 viviendas próximas y que ha dejado, en principio, sin trabajo a unos 200 empleados de las empresas afectadas. Caballero se reunió ayer por la tarde con el secretario general del Mar, Juan Martín Fragueiro, para inspeccionar las tareas que se ejecutan en el arenal de Samil para minimizar el impacto del vertido del detergente.