Una cultura del ocio donde el esfuerzo tiene cada vez menos valor. Esa es una de las razones principales que, según Miguel Clemente, profesor de Psicología Jurídica y director de la unidad de investigación especializada en esa materia y en protección del menor de la Universidade da Coruña, explican el aumento de menores «maltratadores de sus padres». A su juicio, ese fenómeno se produce porque en la sociedad actual «los niños se miman mucho, se acostumbran a tener de todo. No quieren límites».
-¿Es esa la razón de que echen constantemente un pulso a sus padres?
-Muchas veces encontramos niños que no saben convertirse en adolescentes. Quieren ser adultos para lograr mayor libertad de sus progenitores, pero no para hacerse responsables. El problema aumenta cuando el desarrollo de estos jóvenes es mayor que el de los padres. Entonces en ese pulso pueden llegar a agredirles. No están dispuestos a que los obliguen a hacer nada. Ahí nace el problema.
-¿Qué se puede hacer entonces para frenarlo?
-No existe una respuesta clara. Hay padres que recurren a Sanidad. Algunos son tratados como menores hiperactivos, pero la mayoría no lo son. Lo que hacen en esos casos es medicarlos y están más tranquilos. Luego en los servicios sociales de los concellos, otro lugar al que también se recurre, carecen de medios para resolver estos casos. A veces recurren a un médico psicólogo para que les ayuden.
-¿Son muchos los padres que acaban denunciando a sus hijos a causa de los maltratos que sufren?
-Hay pocos que lo hagan, pero está aumentando el número. Hace dos años, el número de denuncias por menores que agredían a sus padres fue de unas cuarenta en la comunidad. Habitualmente pegan más a las mujeres, a las madres, porque normalmente lo que hacen es enfrentarse a los frágiles. Cualquier tipo de autoridad les da igual, incluso tampoco respetan a la policía.