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La Xunta traerá más piedra de Brasil para urbanizar los exteriores del Gaiás

M. Cheda

GALICIA

Cultura reserva casi 8,5 millones para adquirir la cuarcita que ya se está utilizando en los tejados del complejo

19 ago 2009 . Actualizado a las 02:04 h.

A vista de pájaro, dispuesta sobre las seis cubiertas del complejo, iba a convertirse en la gran seña de identidad gallega del Gaiás, en algo así como lo que el titanio es al Guggenheim bilbaíno, pensaba el arquitecto Peter Eisenman. En la práctica, no obstante, la relación entre el recinto y la cuarcita autóctona elegida por su diseñador para coronarlo nunca terminó de cuajar. De hecho, la que actualmente se está usando para revestirlo, debido a problemas de suministro con el proveedor inicial, ya no procede de Muras (Lugo) como al principio, sino del área de Ouro Preto, en el estado brasileño de Minas Gerais, el único lugar donde, según la Fundación Cidade da Cultura, se producen planchas iguales a las empleadas en origen. Pese a todo ello, la Xunta planea ahora, gastando casi ocho millones y medio, utilizar esa misma piedra para enlosar la parcela.

En el proyecto de la segunda fase de urbanización del Gaiás, el cual se halla en fase de licitación desde la semana pasada, figuran 14 partidas que, presupuestadas en un máximo conjunto de 8.433.668 euros (IVA incluido), se reservan en exclusiva a financiar la compra y colocación de cuarcita en muros de contención a modo de mampostería, para esconder ciertos elementos metálicos y, sobre todo, como pavimento. Dentro de ese tercer grupo de lotes se incluyen 1,8 kilómetros lineales de gruesos bordillos y peldaños, así como piezas suficientes para tapar 4,57 hectáreas, una superficie equivalente a seis plazas como la del Obradoiro. Cortadas con anchos y largos idénticos (50 centímetros) y espesores de entre 5 y 20, el coste estimado de estas últimas, cuyo acabado deberá imitar al de los tejados, varía desde 99,8 hasta 137,6 euros por metro cuadrado.

Otros materiales

Como piso, en los exteriores del complejo, esta roca se destinará a enlucir algo más de un tercio del terreno, fundamentalmente un espacio muy vinculado a la circulación entre inmuebles que los técnicos denominan «trama medieval». Convivirá con otros materiales, por lo general mucho menos gravosos para el erario autonómico: solados de piedra arenisca que, comparativamente, permiten ahorrar cuatro de cada diez céntimos, adoquines de granito un 43,9% más baratos, asfaltos, microaglomerados rojos, zahorras artificiales...

Un agente del sector consultado acerca de la inversión consignada no duda en calificarla de «ambiciosa en exceso, muy en la línea de las demás actuaciones llevadas a cabo hasta la fecha». «Se podría afrontar -valora un segundo experto- con mucho menos dinero y sin desmerecer para nada al resto del conjunto ni recurrir a la importación. Con esas calidades, con esos grosores de piedra... lo que sin duda buscan es reproducir allí arriba, a escala y con técnicas modernas, el casco histórico de Santiago».