Cinco objeciones al proyecto cultural del monte Gaiás:
1.-A diferencia de cualquier obra pública sensata, aquí no se ha creado algo para atender a una demanda previa. Contraviniendo la lógica, se inventó una oferta para la que no existía demanda alguna y se hizo además por pura megalomanía personalista. El Gaiás está ahí solo por el afán de un presidente de dejar su propia pirámide en Galicia.
2.-En privado, en cuanto se apagaban los micrófonos, los dirigentes del bipartito se referían al Gaiás como una losa heredada ?«un marrón», por decirlo en sus palabras?, o un disparate, «co que agora xa non hai máis remedio que apandar». Algo similar admiten por detrás muchos políticos del nuevo poder. Es decir: bajo cuerda se reconoce que es un disparate, pero falta el coraje político para pararlo, o un golpe de imaginación para idear un uso rentable.
3.-Hace solo unos días, la conselleira de Facenda hacía un llamamiento enfático a la contención en el gasto. El presidente de la Xunta ha convertido la palabra austeridad en su mantra. Pero seguir con el Gaiás, tal y como está diseñado, supondrá invertir 476 millones de euros. Los dramas humanos de la crisis han convertido lo que era una temeridad en una provocación.
4.-Nada de lo propuesto es atractivo para el gran público. En un año se va a abrir una biblioteca, un archivo, un museo de arte y el edificio de oficinas. En Santiago ya hay una flamante biblioteca. En A Coruña ya está el Arquivo do Reino de Galicia. El Centro Galego de Arte Contemporánea presenta cifras de visitantes paupérrimas. Y es dudoso que miles de visitantes suban allá a ver... cómo trabajan los oficinistas del complejo.
5.-El despilfarro en el agujero sin fondo del Gaiás deja tiritando la inversión cultural en el resto de Galicia.