Carballeira cree que este modelo de gestión ha sido un fracaso en captar recursos privados y un nicho de clientelismo y descontrol
21 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Estudiosa del papel de las fundaciones en la Administración pública, la profesora María Teresa Carballeira no propone su eliminación pero rechaza que aporten algo positivo. «Es una figura del derecho civil -una masa patrimonial adscrita a un fin con afán de perdurar- y su traslado al ámbito público no cosechó grandes éxitos». Acaba de publicar Fundaciones y Administración pública (Atelier), una deconstrucción crítica en la que la fundación en mano pública no sale muy bien parada.
-¿Por qué se adoptó?
-Se decía que acudir a las formas privadas de gestión daba mayor eficacia, permitía la participación de particulares en la persecución de fines públicos.
-¿Y así sumar esfuerzos?
-Nació como forma de captación de recursos privados y de agilizar la gestión pública, en busca de la libertad que tienen los particulares, al no someterse al derecho administrativo. Fue el bum. En realidad, una huida de todo control en contratación o reclutamiento de personal.
-O sea, evitar fiscalización.
-El legislador se dio cuenta de que no se podía dar semejante libertad, porque se juega con dinero público y hay que saber en qué se gasta y cómo, y exige una rendición de cuentas, una intervención, un modo de contratación, etcétera. Entonces algunas legislaciones, entre ellas la estatal, empezaron a ponerle bridas. Y después, las autonómicas.
-Galicia se sumó en el 2007.
-Galicia aprobó una ley de fundaciones en el 2007, que derogó la anterior. Ahora salió el reglamento. Al menos se rinde cuentas y ya no se puede contratar personal de cualquier manera.
-Y afectó a la sanidad.
-El bipartito administrativizó las fundaciones sanitarias. Generaban problemas para exigir responsabilidad. Al ser una entidad privada iba por el Código Civil, pero el juez decía que la Administración debía responder por la muerte de un paciente en un quirófano, por ejemplo.
-No parecía que fueran un ejemplo de funcionamiento.
-Solo hay que ver los informes del Consello de Contas. Parece que ha ocurrido que cuando un paciente tenía un cuadro médico difícil se lo trasvasaba a un hospital público. Otra de las lacras era que los médicos, el personal, no tenían un contrato con la fundación, eran como unos autónomos, no generaban vínculos correctos. El ciudadano pasó de ser usuario de un servicio público a ser consumidor, cliente. Las reglas de protección del usuario desaparecían.
-¿La nueva ley es suficiente?
-Sigue siendo laxa. En lo principal sí pone límites, pero hay temas que no se tocan, como por ejemplo la fusión, la extinción, la responsabilidad del patrono? que se dejan a la ley de fundaciones civil, con un mal encaje en una Administración pública.
-¿Y el control parlamentario?
-No hay intervención de cada pago. No hay interventores en las fundaciones, porque son creación del derecho privado.
-¿Son chiringuitos?
-No digo que sean chiringuitos ya que el 52% de las instituciones que dependen de la Xunta son fundaciones (transfusión de sangre, feria de Silleda, etcétera), frente a otras figuras típicas del derecho administrativo: instituto, organismo autónomo?
-Antes de crear la fundación, debe verse si se presta al fin.
-Organización, fin y resultado tienen que ir de la mano. Y eso es medir la eficacia: buscar la forma adecuada para gestionar cada asunto, es decir, limitar la libertad de organización.
-Sin esta valoración previa volvemos al chiringuito.
-No está probada la eficacia de las fundaciones en la Administración pública. Y el gran fin de captar recursos privados no se cumplió; la mayoría se crean con el 100% de capital público.
-¿Las eliminaría?
-Las fundaciones hospitalarias que conocimos están ya administrativizadas. Pero la experiencia muestra que las fundaciones no dieron el fruto pretendido. Y sí han sido nichos de escándalos, clientelismo y descontrol.
-¿Las extinguiría?
-No es tan sencillo, mientras el fin para el que fueron creadas perviva. Es por ello que su naturaleza no se ajusta a los cambios en las Administraciones públicas, a una realidad adaptable. Vincular un patrimonio a un fin condiciona la política de los sucesores, hipoteca su gestión.
-¿Pero pueden aportar algo?
-No está demostrado.
-¿Es un arma privatizadora?
-En su momento se empleó como forma de privatizar servicios. Ahora se vuelve atrás: adminitrativizando lo privado. Pero si se siguen estrechando sus márgenes la fundación se desnaturaliza, acaba por ser otra cosa.
-En Madrid parecen gustar.
-La ley de fundaciones madrileña no fija control alguno. Por eso proliferan. Como setas.