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La crisis y la Navidad desbordan a las organizaciones de beneficencia

S. Basterrechea

GALICIA

Entidades como Cáritas aseguran que en los últimos meses se han duplicado las peticiones de ayuda urgente

24 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«En cuanto cuelgue contigo tengo que buscarle un sitio para vivir a una familia marroquí de Bueu que se acaba de quedar en la calle. En Navidad y con el frío que hace. Esto no puede ser». José Montes, director de Cáritas en la diócesis de Santiago (la mayor de Galicia en cuanto al territorio y a la población que cubre) está preocupado. «Es una avalancha. No llegamos a más gente porque no podemos», señala.

Lo mismo sucede en el resto de la red de Cáritas en Galicia. Sus diócesis están desbordadas. La crisis económica, y ahora también la llegada de la Navidad, han saturado sus servicios asistenciales. La mayoría de las personas recurren a ellos para pedir lo más básico: comida, leche para un bebé, ropa o dinero para pagar los libros de los niños, un medicamento, el alquiler, el agua y la luz. «La demanda de ayuda urgente ha crecido aquí, sin miedo a exagerar, al menos un 50%», comenta Juan José Fernández, delegado de la diócesis de Cáritas en Mondoñedo-Ferrol. Montes amplifica la necesidad: «La situación se ha agravado en los últimos meses y las peticiones han aumentado un 100%, se han duplicado».

Tanto es así que, por ejemplo, las dos trabajadoras sociales de la oficina de atención primaria de Cáritas en A Coruña -que hasta hace poco atendían casi en el momento a quien entraba por la puerta- ahora no tienen más remedio que dar cita para una semana después. «Como en la consulta del médico; pero es que es tal la necesidad que no nos queda otra», asegura Vicente Iglesias, responsable de Cáritas parroquial en A Coruña.

Las colas de personas necesitadas también se han multiplicado en otras oenegés que prestan asistencia básica en Galicia. En Ecos do Sur, afirma su director, Patxi Hurtado, «las solicitudes para alimentos y alojamiento se han incrementado exponencialmente». De hecho, añade, su organización -que este año ha atendido a más de 3.000 inmigrantes, 1.100 de ellos por primera vez- decidió crear un fondo de alimentos de emergencia (con comida no perecedera como aceite, arroz, pasta o conservas) para poder resolver de inmediato los casos «más sangrantes». «Al resto los derivamos a organizaciones especializadas en el reparto de alimentos», apunta Hurtado.

Una de estas entidades es la Fundación Amigos de Galicia, que este año ha distribuido en la comunidad 1.060.000 kilos de comida y más de 40.000 prendas de ropa. «O aumento da demanda de axuda notámolo todos. Estamos todos desbordados», comenta Jesús Busto, su presidente. Busto apunta al epicentro del terremoto de la necesidad. «Hai 220.000 parados en Galicia, dos que 40.000 non teñen prestación, e dentro deses, hai 5.000 familias que só cobran a renda de integración social (Risga), pero iso non chega para comer. Hai 400.000 persoas en Galicia por debaixo do umbral da pobreza. Unha barbaridade. Esa é a nosa realidade», resume.

Esa bolsa de pobreza, además, ya no se circunscribe al transeúnte o al toxicómano. Desde todas las entidades enumeran como colectivos más afectados a los inmigrantes, las mujeres solas con hijos y muchas familias «normales» sacudidas por el paro. «Viene gente nueva, pero lo peor es que vuelven muchos que ya no necesitaban de nuestra ayuda», afirma José Montes. El martes mismo logró que la familia marroquí durmiese en un albergue en Pontevedra.