La provincia es incapaz de contener la sangría poblacional, que se debe a la elevada mortalidad, la baja natalidad y el éxodo de quienes se marchan para buscar empleo
23 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La provincia de Ourense llegó al siglo XXI con un plan estratégico bajo el brazo. Impulsado por el Instituto de Desarrollo Económico, que depende de la Diputación, y consensuado con representantes de la Administración, la empresa, los partidos políticos y los sindicatos, su propósito era obvio pero ambicioso: «Conseguir mayores cotas de desarrollo y bienestar para la sociedad ourensana en el horizonte del 2010». Pasaron diez años, llegó el 2010 y el documento es papel mojado. Un repaso a la situación provincial revela, con la crueldad que aportan las cifras, que Ourense no ha cambiado tanto como debiera.
Ingresos
Sin necesidad de acudir a magnitudes macroeconómicas es posible ilustrar con los datos oficiales el insuficiente desarrollo de Ourense, empezando por eso que a nadie le gusta que le toquen: el bolsillo. El salario medio de los ourensanos está por debajo del que ingresan el resto de gallegos, pero también del correspondiente a otros vecinos, como los asturianos y los castellanoleoneses, a excepción de los zamoranos. Ocurre lo mismo con las pensiones. Si ya Galicia se sitúa por debajo de la media nacional, la provincia interior riza el rizo con la cifra más baja en toda la comunidad. Algo que influye notablemente en la situación de un territorio en el que por cada diez personas que trabajan, o que están en edad y condiciones de hacerlo, hay ocho pensionistas.
Natalidad
Las condiciones salariales constituyen uno de los motivos que llevan a los nacidos en Ourense a abandonar su provincia para buscar una vida mejor. El grifo de la pérdida de población sigue abierto. Comparando la cifra de población estimada por el INE a 1 de enero de este año y el número de habitantes del año 2000, se obtiene un saldo descorazonador: casi 20.000 personas menos, mientras los censos de A Coruña y Pontevedra no dejan de subir. En este balance estadístico también tienen mucho que decir otras realidades, además de la emigración: el envejecimiento de la población y el bajo número de nacimientos. La tasa de mortalidad de Ourense es la más alta de España y lleva veinte años creciendo. En lo que se refiere a los nacimientos, solo Lugo y Zamora tienen una tasa de natalidad por debajo de la que atesora la provincia.
Cierto que en Ourense han aumentado los nacimientos. Hasta se puede comprobar a simple vista en las calles de la capital, donde circulan más carritos de bebé de lo que era habitual hace unos años. Mientras a finales de los años noventa la tasa rondaba los cinco nacimientos por cada mil habitantes, los últimos datos disponibles se acercan más a siete, al nivel de finales de los ochenta.
Que el número de empresas y el de estudiantes también cotice a la baja hace que la vista no se detenga solo en el presente, sino en el futuro de la provincia que más funcionarios produce en todo el país. Ante esta fama quizá pueda parecer bajo el porcentaje de empleados públicos, el 15% de la población activa. Pero es que muchos de los que opositaron engrosan las filas de otras provincias y comunidades. Allí trabajan, allí ingresan su salario y allí tienen a sus hijos.