13 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.
Podía haber evitado la caída al acantilado, pero no llegó a tiempo por unos escasos segundos. El marido de la presunta suicida también llamó a su suegro en Baiona para que intentara evitar el suceso. El empresario retirado Julio Soto cogió su coche y se desplazó a toda velocidad hacia el acantilado de Baredo. No llegó por cuestión de unos segundos. Pero fue el primero. «Se echó a fuego a las rocas», relataba ayer el testigo Alfredo Rial. Consiguió abrir el maletero para poder rescatar desde allí a las pequeñas. Su hija salió por su propio pie.