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La Guardia Civil imputa al dueño del pit bull y padre del niño muerto

E. V. Pita VIGO/LA VOZ.

GALICIA

Aprecia una inobservancia del deber de cuidado y le achaca un delito de homicidio imprudente

21 may 2010 . Actualizado a las 03:29 h.

La Policía Judicial de la Guardia Civil ha imputado por un delito de homicidio imprudente al padre del niño Iago R.?M., de 23 meses, que murió por las dentelladas de un pit bull en una finca de O Mosteiro, en Pazos de Borbén, el pasado sábado día 15.

Los agentes ya han entregado el atestado con sus investigaciones, en las que aprecian una supuesta inobservancia del deber de cuidado. El imputado, Óscar R.?R., no está detenido, pero deberá comparecer en breve en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Redondela para prestar declaración ante la jueza y el fiscal y dar su versión. El día del ataque del perro, los padres, los tíos y el abuelo del niño fueron a trabajar en las obras de otra casa, a cinco kilómetros. En la finca solo quedó la abuela, al cuidado de Iago y de sus dos primos, de dos y cuatro años. Eran fechas de cumpleaños y los tres niños jugaban en el jardín.

El ministerio público quiere esclarecer si el padre fue negligente o poco cuidadoso a la hora de custodiar al perro y si ese supuesto descuido fue la causa directa de la muerte accidental del pequeño. También estudiarán si hay irregularidades en la inscripción del animal potencialmente peligroso y el recinto de la caseta. Si el siniestro fue imprevisible, la Fiscalía podría solicitar el sobreseimiento o archivo de la causa.

El padre había criado al perro desde cachorro en un piso de Vigo y ahora tenía dos años de edad. Era unos meses mayor que el niño, acostumbrado a jugar con la mascota. Hace tres o cuatro meses, el matrimonio emprendió las obras de una casa en la parroquia de Xunqueiras y, como iban y venían todos los fines de semana, dejaron al animal en la finca de los abuelos. El padre le construyó una jaula. «O xenro empeñouse en levar alí o can e montarlle o caseto», comenta un familiar.

Debido a que la presencia del pit bull en Pazos de Borbén era provisional, el amo no inscribió al animal potencialmente peligroso en el registro municipal, sino que continuó censado en Vigo, su residencia habitual. El número de identificación del microchip que portaba el animal confirma que su registro era definitivo, por lo que tenía licencia en el Registro Gallego de Animales de Compañía (Regiac).

Los expertos consultados creen que la jaula del pit bull reunía las exigencias legales. El recinto contaba con tres paredes de bloques de tres metros de altura y una verja de barrotes de madera de dos metros. La normativa obliga a que el animal no pueda saltar ni enganchar a las personas que entran en la finca. En este caso, existía la posibilidad de caer al recinto desde otra finca.

Deben estar atados

La ley establece que los animales potencialmente peligrosos que se encuentren en parcelas, chalés, terrazas o patios deben estar atados a no ser que se posean medidas de seguridad en cuanto a altura, cerramiento y superficie para proteger a las personas o animales que se acerquen. Estas mascotas deben tener bozal y una correa de menos de dos metros de longitud no extensible. El pit bull de O Mosteiro tenía un radio de acción desde su caseta a la puerta de la verja, donde enganchó al niño, superior a los tres metros de distancia.