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Un hombre muere de un infarto en Laxe después de que un perro hiriese a su hija de dos años

J. V. L. CARBALLO/LA VOZ.

A CORUÑA CIUDAD

El animal apenas provocó arañazos superficiales en la cara de la cría

21 may 2010 . Actualizado a las 09:19 h.

Los vecinos de la aldea de Traba, en el municipio coruñés de Laxe, no acaban de creerse el cúmulo de desgracias que se ha cernido sobre una familia del lugar, que en menos de 24 horas ha visto cómo fallecía el sustentador principal del hogar y cómo el padre de este ingresaba en el hospital debido a una complicación de sus problemas de salud.

Todo empezó el pasado miércoles por una cuestión prácticamente anecdótica. La única niña que reside en el domicilio, de dos años de edad, sufrió un pequeño accidente mientras jugaba con el perro. El animal le produjo arañazos superficiales con las patas en ambas mejillas, por lo que empezó a sangrar. Los tutores de la menor la trasladaron al hospital y la pequeña recibió las curas pertinentes, sin mayores complicaciones. Sin embargo, su padre, que recibió lo sucedido con una tremenda angustia, regresó a la casa familiar para recoger las pertenencias personales que le había indicado su mujer, sin antes poder comprobar cómo había quedado la cara de la pequeña. «Chegou aquí pola noite, serían sobre as dez ou así, tomou algo e foi para a casa. Ao día seguinte levantouse e afeitouse para ir ao hospital e foi cando lle dou. Atopouno o pai tirado na cociña», comentó un vecino y amigo de la familia, visiblemente afectado por lo sucedido.

El hombre, trabajador de la construcción, de 37 años, con una gran forma física y sin ningún tipo de complicación cardíaca previa, sufrió un infarto. El accidente vascular derivó en trombosis de un vaso sanguíneo de la cabeza y en un derrame cerebral. «Dixéronnos que non había nada que facer xa. Afectoulle ao lado esquerdo e xa quedou sen fala e sen vista. Aínda aguantou catro días, pero o dano xa estaba feito», señaló un primo muy crítico con la forma en la que se produjo la atención sanitaria. «Entre que se chamou ao centro médico, que non collían o teléfono. Entre que vén unha ambulancia e despois se cambiou para outra, perdeuse moito tempo. Ao mellor era o mesmo, pero sempre che quedará iso aí», añadió.

Anteayer todo el pueblo y centenares de familiares, amigos y conocidos lo despidieron en el cementerio parroquial. Su padre, de 81 años, fue incapaz de aguantar la presión emocional y tuvo que ser atendido en el Hospital A Coruña, donde ayer por la tarde seguía ingresado en observación.