No hay debate. Pese a la todavía descompensada balanza entre genéricos y fármacos de marca, ningún científico defiende en público que existan diferencias de efectividad entre unos y otros. El mismo principio activo en igual dosis genera idéntico efecto en el paciente. La diferencia de precio es, por tanto, injustificada.
Los fármacos salen al mercado con un precio que incluye los carísimos procesos de investigación que llevan a cabo las compañías que los patentan. Pasados diez años, la compañía pierde esos derechos de exclusividad y cualquier otra puede fabricar ese fármaco sin costes ya de investigación ni de promoción, ya que la eficiencia del principio activo está ampliamente demostrada. Su coste, por tanto, es sustancialmente inferior. La producción está sometida a los mismos métodos de control por parte de la Administración que los de cualquier otro fármaco.