Aunque el concepto de medicamento genérico está cada vez más y mejor asumido por el paciente, la idea no funciona igual con todo tipo de fármacos. En primer lugar, no es lo mismo que la primera prescripción sea ya de un fármaco barato a que se cambie el tratamiento. Si se produce alguna queja, será siempre en el segundo caso y normalmente vendrá de un paciente de mayor edad.
Por otro lado, hay fármacos que los pacientes ya conocen de forma mayoritaria por su principio activo, como el Ibuprofeno, o el Omeprazol, un protector de la mucosa gástrica que es, probablemente, el genérico de uso más extendido. Sin embargo, algunos otros grupos terapéuticos provocan mayores reticencias. En ese campo se encuentran los ansiolíticos y los antidepresivos, fármacos de consumo masivo y que los pacientes suelen rechazar con más frecuencia en su presentación genérica. La eficacia en este grupo de los fármacos baratos es también idéntica, aunque el usuario es más propenso a rechazarla.