Los expertos temen un deterioro de los servicios y recuerdan que la UE no recomendó privatizar

La Voz

GALICIA

01 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El profesor de la Universidad de Zaragoza Pedro Arrojo, ganador del Premio Goldman de Ecología en Estados Unidos por su labor en defensa de una nueva cultura del agua basada en la gestión eficiente, el ahorro y la conservación de los ecosistemas hídricos, cuestiona la eficacia y la bondad de la privatización de los servicios de abastecimiento y saneamiento de agua.

En esencia, lo hace porque para estas grandes multinacionales el ciudadano «no es un fin, sino un medio». «Que este tipo de servicios tan básicos para la ciudadanía se escapen del control público debería ser objeto de una gran preocupación política», sostiene.

Cuando la Comisión Europea negoció la obligación de privatizar determinados servicios como la telefonía, la energía o la aviación en todos los Estados miembros de la UE, se debatió en profundidad si la gestión del agua debería incluirse en este paquete de entrega al mercado libre. La conclusión, tras un apretado debate, fue que el agua tenía que ser una excepción.

Más tarde, el Banco Mundial animó a las Administraciones a privatizar el agua para agilizar las infraestructuras. Arrojo sostiene que esta recomendación estaba dirigida a los países pobres, receptores de ayudas del Banco Mundial y sin capacidad financiera para abordar por sí mismos estas infraestructuras.

«En España este no es el caso -concluye-, y lo único que hemos conseguido con esta moda es que existan enormes saltos de precio por comunidades». Los empresarios del sector, reunidos en Madrid hace un año, manifestaban una posición radicalmente contraria. Sostienen que la gestión privada es una salvaguarda de la calidad del servicio y de la innovación tecnológica. El tiempo acabará dando o quitando razones.