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Una confesión que mutiló los buenos recuerdos que dejó la joven

Javier Romero Doniz
Javier Romero NOIA/LA VOZ.

NOIA

30 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A la velocidad de la luz. Así circulaban ayer las novedades en torno a este suceso que los vecinos, familiares y amigos de Mónica Juanatey todavía no terminaban de creerse. Durante la mañana todavía no era pública la confesión de la mujer, por lo que existían múltiples hipótesis sobre lo que realmente sucedió con su hijo. En una céntrica tienda de alimentación en la que trabajó hace siete años y durante tres meses reconocían que «tenía un carácter especial a la hora de contestar, aunque nunca esperas este tipo de noticias».

Otro termómetro que servía para medir la magnitud del suceso eran las cafeterías o bares de la villa, en donde tanto la prensa como los recuerdos que la joven dejó antes de mudarse a Mahón alimentaban múltiples teorías a medida que avanzaba el día.

Dos de los compañeros que coincidieron durante los meses que se dedicó a limpiar las playas de Noia aportaron testimonios iguales al asegurar que se trataba de «una chica normal, que se integró sin problema en la cuadrilla y que era trabajadora». «A veces hablaba de su hijo como cualquier madre, pero nunca notamos nada raro, todo lo contrario», dijeron.

Ya durante la tarde, la confesión del parricidio cambió los discursos, siendo para muchos imposible de creer lo ocurrido con esta vecina «un poco especial» pero en principio «buena rapaza».