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«Quise que la casa fuera para los socorristas, pero la tiraron igual»

Mario Beramendi Álvarez
M. Beramendi SANTIAGO/LA VOZ.

MUROS

06 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hace ahora poco más de tres años, en mayo del 2007, Costas derribó en la playa muradana de San Francisco una vivienda que llevaba tantos años allí levantada que, para muchos, formaba parte del paisaje, como si de una roca se tratara. Los múltiples esfuerzos del dueño para evitar la demolición resultaron infructuosos y Costas, que asegura que la casa no contaba con la preceptiva autorización, devolvió el paraje a su estado natural. Varios años después del derribo, su propietario, Antonio Formoso, hace balance. «La verdad es que con el paso del tiempo creo que conmigo se cometió una injusticia: recurrimos el derribo y perdimos, pero esa casa llevaba allí desde 1958», recuerda el dueño.

Formoso, que regenta una panadería y un quiosco en Louro y dispone de otra vivienda familiar, utilizaba la casa para alquilarla en verano. «Aquí se dijo que el origen del edificio se debió a una autorización para útiles de pesca, pero eso no es verdad: inicialmente tenía permiso de quiosco y bar, y luego hicimos la casa, que era grande y tenía hasta ocho habitaciones», explica el propietario. Además, recuerda con cierta rabia que, antes de que se derribara la vivienda, intentó por todos los medios que el inmueble siguiese teniendo una utilidad. «Quise que la casa fuera para los socorristas, pero la tiraron igual; también intenté negociar con el Ayuntamiento para que una parte de la construcción se acondicionara como baños públicos, pero nada, tampoco hubo manera; nadie me hizo caso», recuerda el propietario del inmueble demolido.

La antigüedad de la casa es lo que explica que la imagen de la vivienda esté presente en gran parte de las fotografías -algunas muy antiguas- que hay del conocido arenal de San Francisco, en Louro (Muros). Otras edificaciones de la zona, sin embargo, siguen en pie porque sus dueños disponen de licencias de obra y no se encuentran dentro de la línea de protección del deslinde de Costas.

«Para nuestra familia el derribo de la casa supuso una pérdida patrimonial enorme; no solo la alquilábamos en verano, sino que también la teníamos para los amigos y para la familia: invertimos mucho dinero, pero al final creemos que hemos sido víctimas de la política; esto ha sido todo política», valora Antonio Formoso.