Aficionado a las pajaritas, teórico reputado, siempre polémico, el arquitecto estadounidense Peter Eisenman (Nueva Jersey, 1932) trabaja desde 1999 en el diseño y ejecución del Gaiás. Pese a incumplir varias de las obligaciones contractuales inicialmente pactadas con la Xunta, solo hasta el 2007 cobró 9,67 millones de euros por sus servicios.
-Venda el producto...
-Créame cuando le digo que estos edificios van a ser magníficos no solo para Santiago y Galicia, sino incluso para España, para su economía y su turismo. Lo verán en el futuro.
-Entonces, se declara orgulloso del resultado, ¿no?
-Por supuesto que estoy orgulloso de cómo está quedando. Eche un vistazo a su alrededor. ¿No es como para estarlo? Todo está magníficamente construido, hasta mejor de lo que yo lo diseñé.
-Ya. ¿Y qué hay de los presupuestos?
-Vamos con eso. Efectivamente, creo que el presupuesto, si se hubiera ejecutado el proyecto original, no se habría disparado, o al menos no en la forma en que lo hizo. Pero, si tú primero piensas en hacer una ópera concreta y luego haces otra cinco veces más grande, al final es lógico que ocurran cosas de este tipo.
-¿Y quiénes son los responsable de ese redimensionamiento, de esas desviaciones temporales y económicas?
-[Riendo] ¿Quién es culpable del desfase? Yo no, por supuesto.
-¿Entonces quién?
-Mire, le voy a contar una cosa que le ayudará a responder eso sin que yo lo haga. A mí el conselleiro [de Cultura]...
-¿Cuál? ¿Pérez Varela?
-Sí, ese, el anterior. Cuando le presenté, acorde con el plan de origen, esta biblioteca en la que estoy, me preguntó: «¿Cuántos libros caben?». «250.000, como habían pedido», le dije. Y en ese momento exclamó: «De eso nada, haga sitio para un millón». ¿Quién tiene la culpa de eso? Yo no, ¿verdad?