El pasado miércoles se pronunció en el Congreso una de las afirmaciones más indignas que este cronista recuerda haber escuchado en sede parlamentaria. Lo contó en estas páginas el periodista de La Voz Pablo González. El diputado de CiU Pere Macias aprovechó una interpelación urgente al ministro de Fomento, José Blanco, para arremeter contra la decisión de llevar el AVE a Galicia. «Deberíamos ser capaces de abandonar ciertos proyectos multimillonarios que no llevan a ninguna parte», le advirtió a un estupefacto ministro.
El señor Macias conoce perfectamente, entre otras cosas porque es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, ha sido consejero catalán de Obras Públicas y se le supone cierta competencia en la materia, que el gran proyecto multimillonario que el titular de Fomento tiene en la cartera es la licitación de un contrato por 6.000 millones de euros que permitirá culminar la conexión por AVE de Galicia con la Meseta. Pero el diputado catalán se guardó mucho de hacer una referencia explícita a la alta velocidad gallega y prefirió dejar en el aire su advertencia, que sonó mas bien a amenaza.
Tampoco aclaró don Pere por qué considera normal que ciudades como Gerona (96.436 habitantes), Lérida (137.387) y Tarragona (140.184) estén conectadas por una línea de alta velocidad y sin embargo entiende que llevar el AVE a Vigo (297.124), A Coruña (246.050) o Santiago (98.834) supone llevar el tren «a ninguna parte».
Soluciones alternativas
El despropósito del señor Macias y su aviso a José Blanco de que «cada vez hay más voces» que le piden como él que abandone el proyecto del AVE gallego no tendría mayor importancia si no fuera porque procede de uno de los escasos grupos parlamentarios con los que cuenta el Gobierno para sacar adelante sus proyectos. Y porque su voto puede ser imprescindible para que Zapatero consiga aprobar en el futuro determinadas reformas.
Pero tampoco hay que juzgar mal a don Pere. Cuando José Blanco lo obligó a llamar a las cosas por su nombre y le advirtió de que no cuente con él para dejar a Galicia sin alta velocidad, el diputado catalán dio muestras de su magnanimidad. Pese a su malestar, que viene de lejos, por el hecho que los gallegos puedan llegar a disfrutar de un AVE que ya tienen los catalanes, pagado con los impuestos de todos los españoles, incluidos los gallegos, se mostró dispuesto a «debatir y ofrecer las mejores soluciones posibles, las que contribuyan más a la productividad de todo el país».
Esas soluciones alternativas a las del AVE a Galicia son, a juicio del señor Pere Macias, «las mejores para todos». «Incluso para su patria chica», le espetó con salero al ministro, en alusión a Galicia. Con amigos del Gobierno como don Pere, el AVE gallego no necesita enemigos.