Institutos como el Fin do Camiño, de Fisterra, premiado la semana pasada, tienen en marcha un equipo en el que los jóvenes median en los conflictos
18 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Dicen los alumnos que median entre compañeros en el instituto Fin do Camiño, de Fisterra, que no se sienten jueces ni son considerados como tales. Formar parte del grupo pacificador que ellos integran está a disposición de todos los estudiantes del centro, pero «hay que seleccionar». Los que ya están en del equipo han pasado un examen de mediación, porque su misión es esa: si existe un problema, intercederán para solventarlo. Son un modelo de participación y de compromiso, habituales líderes de grupo, amigos de confianza.
Este llamado servicio de mediación escolar pretende mejorar el clima del centro escolar, erradicar problemas de forma pacífica, favorecer la convivencia -a ello ayuda un aula específica- y, en definitiva, que los jóvenes aprendan a dialogar. No se propone la solución, sino que se procura que las partes en conflicto lleguen a ella. Se intercede en los problemas, pero también, al menos en Fisterra, se busca la integración de los alumnos nuevos.
Neutrales y confidenciales
Coordinados por Anabel Castro, en el Fin do Camiño componen el actual equipo unos 12 alumnos. Los hay desde primero de ESO hasta cuarto, algunos aún formándose. «O mediador ten que ser neutral, fomentar a empatía e, sobre todo, ser confidencial», recuerda el director del instituto, Javier García. «Tanto que eu só me entero dos acordos, pero non do que se fala entre eles», añade. Con 104 alumnos, en este centro, cuyo equipo mediador empezó a funcionar en el curso 2007-2008 impulsado desde la dirección, suelen andar polos «vinte e pouco» conflictos al año. «Polas amigas, polos mozos, malentendidos, equívocos..», dice una de las veteranas.
Cuando hay un problema, a las partes se les propone solicitar un mediador. Si lo aceptan, empieza el proceso: escucha activa, diálogo puro. «Temos que traballar para que os alumnos confíen no servizo; estamos empezando», explica García. Se prima la labor de los jóvenes antes que la arbitrariedad de la sanción impuesta por un superior. El alumno evita así la agresividad o la pasividad, apunta Luis Fernández, director del IES Carlos Casares, de Viana do Bolo, pionero en esta cuestión y ya premiado por ello.
Aunque hay fracasos, en general suele ser suficiente con dos recreos para llegar a un acuerdo, pero después se sigue el caso. Los mediadores pierden tiempo lúdico e incluso acuden al centro por la tarde para formarse, pero «axudamos a dúas persoas que tiñan un problema». Ellos mismos, dicen, se sienten mejor. Sí les compensa. Tal es el nivel de bienestar que el Fin do Camiño recibió el pasado día 14 en Madrid el tercer premio nacional de buenas prácticas, por su trabajo en pro de la convivencia.
No todos los conflictos valen para la mediación escolar. «Un caso de acoso escolar non, pero desta maneira pode chegar a evitarse esa situación», alegan desde otros centros. Los más frecuentes son conflictos entre iguales, entre alumnos, pero también pueden ocurrir, aunque son excepcionales, entre padre e hijo, entre profesor y estudiante e incluso con personal no docente: por eso el equipo de mediación ideal está compuesto por todos eses sectores e intervendrán en la resolución los representantes de las partes afectadas. En el Carlos Casares lo han logrado. En Fisterra, de momento, hay alumnos y profesores. «Es muy positivo, lo deseable, pero una tarea laboriosa», apuntan desde el IES Leiras Pulpeiro (Lugo), con equipo de mediación desde hace 7 u 8 años, «antes de que fose obrigatorio un plan de convivencia en cada centro». Su fórmula ha llegado incluso a su Concello.
A día de hoy experimentan con este sistema de mediación unos trece institutos gallegos, los mismos que hace unos días se reunieron en el Fin do Camiño, por primera vez, para formar una red: además de los tres mencionados, son el IES de Ortigueira, el Alfonso X El Sabio (Cambre), el Parga Pondal (Carballo), el Xulián Magariños (Negreira), el Elviña (A Coruña), el Agra de Raíces (Cee), el Pedra da Aguia (A Ponte do Porto), el A Xunqueira (Pontevedra), el Frei Martín Sarmiento (Pontevedra) y el Chamoso Lamas (O Carballiño).