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Un minucioso plan para suicidarse después de matar

S. Acosta, E. Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

La Guardia Civil fue a la casa de ella hace un mes porque él aporreaba la puerta

13 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Después de matar a su expareja a sangre fría, Lino Botana Fariña optó por quitarse la vida de la manera más llamativa posible y siguiendo los pasos de un minucioso plan. Antes de las nueve de la mañana, el asesino llegó en su moto a la gestoría García Díaz, en Tabeaio, en Carral. Después de asestarle varias puñaladas a su expareja, Lino Botana cogió el coche de ella y llegó a su casa de Sarandós (Abegondo). Le prendió fuego a la vivienda, mientras esperó sentado en el sillón de su casa. Las llamas se iniciaron en la segunda planta, en una habitación cercana a la puerta de entrada y el humo se divisaba desde el lugar en que cometió el crimen. Todo indica que falleció debido a la inhalación de humo y a la alta temperatura que alcanzó la vivienda, aunque habrá que esperar al resultado de la autopsia para confirmar esta hipótesis. Cuando llegaron los servicios de emergencias, el asesino aún tenía pulso. Lo intentaron reanimar, sin éxito, y falleció finalmente dos horas después de matar a su exnovia.

En apenas sesenta minutos, la vivienda quedó totalmente calcinada. Una de las hipótesis que se barajan es que el presunto homicida hubiese empleado algún acelerante que ayudase a propagar las llamas. Fuentes cercanas a la investigación confirmaron que la Policía Científica sacó de la casa una botella para analizar su contenido. También apareció en el interior del inmueble un cuchillo de cocina. Estaba encima de la mesa y se sospecha que puede ser el arma homicida.

La versión de los vecinos

Familiares y vecinos confirmaron que Lino Botana bebía desde hace tiempo. Incluso antes de morir su madre hace dos años. Con ella decían que estaba «más controlado», pero desde que falleció y se quedó solo en casa las cosas fueron a peor. El autor del crimen trabajó cerca de quince años en un aserradero de la zona, después estuvo en varias granjas de cerdos y caballos. Lo dejó y regresó a otro aserradero del que dicen que lo echaron debido a los problemas de alcohol. En los últimos días trabajaba haciendo labores de desbroce. De él decían que, a pesar de que bebía mucho, «no era mal chaval». Lo definían con un hombre muy activo. La víctima había dejado la relación hace meses y los vecinos no se quitan de la cabeza que pudo haber sido este el detonante del crimen. De hecho, el tío de la víctima, Manuel Ramallal, describió un episodio violento que tuvo lugar en la vivienda de la fallecida, situada a escasos metros de distancia de la de su asesino: «Chegou borracho perdido ás dúas da mañá e empezou a petar na porta. Tivemos que chamar á Garda Civil para que se marchara», dijo este familiar de Matilde Vázquez, que reconoció que su sobrina no había presentado ninguna denuncia. Desde entonces el miedo de que algo de esto podría ocurrir se apoderó del tío de la víctima, que se encontraba ayer muy afectado por el suceso, ya que además residía en la misma casa que su sobrina.

El alcalde de Abegondo, el popular José Antonio Santiso, y la Xunta confirmaron ayer que la víctima no había presentado ninguna denuncia por malos tratos. Un familiar del asesino lamentó ayer que se hubiese llevado la vida de otra persona por delante: «Se se matase el e non levase por diante a esta rapaza...», dijo.

El luto tiñó ayer la parroquia de Sarandós, en Abegondo. Los alcaldes de Abegondo y Carral convocaron ayer tarde un pleno para condenar el asesinato y declararon tres días de luto en estos municipios. Las banderas ya están a media asta en estos concellos.