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Los clones del padre Casares

María Dolores López

TELEVISIÓN

Tras el éxito de la serie en TVG, las televisiones de Baleares y Andalucía estrenaron adaptaciones de la historia del cura más famoso de Galicia

26 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Al padre Casares le ha salido competencia. La Televisión de las Islas Baleares y Canal Sur han puesto ya en marcha sus particulares versiones de las aventuras del párroco más famoso de Galicia.

Ambas son adaptaciones de los guiones originales de Voz Audiovisual, con la producción de Nova Televisió, en el caso de Mossèn Capellà, la versión balear; y de Kálida Producciones, en el de Padre Medina, la andaluza. La primera se estrenó con gran éxito hace dos semanas, la segunda, la conocerán los espectadores andaluces mañana domingo.

Los tres tienen muchos rasgos en común, pero algunas diferencias. El padre Lluc Capellà, igual que Horacio Casares, ha dejado a un lado su sueño de ser misionero, para dedicar su tiempo a los vecinos de un pueblo costero llamado Sant Jeroni de La Roca. El caso del andaluz Paulo Medina es un poco distinto, pues su destino, Villanueva de San Francisco, no tiene mar, por lo que el joven párroco tendrá que buscarse otro lugar, cuando necesite tranquilidad para reflexionar. Ambos sacerdotes, igual que su gemelo gallego, también se desplazan en moto por sus parroquias, aunque se hayan elegido modelos más modestos.

Nombres distintos

Capellà y Medina tienen su particular don Crisanto para lidiar. Don Cristòfol y don Primitivo son los nombres de los párrocos eméritos de ambas producciones; con diferente acento, pero el mismo carácter gruñón y entrañable.

Delmiro pasa a llamarse Colau en la versión balear y Salvador en la andaluza. Ambos responden al mismo patrón de conducta y al igual que el regidor de Louredo son comunistas. Su estado civil coincide también. Los dos están casados con mujeres tan beatas como la gallega Moncha y darían lo que fuera por hacer oficiales los topónimos de La Roca y Villanueva.

Cada pueblo tiene también su propio chapuzas y tenderos, un único bar donde reunirse y una guapa oficial a la que piropear. Las tres versiones son similares, pero distintas a la vez, pues se acercan a los tópicos y al carácter del público particular al que se dirigen.

También los Casares autonómicos tienen sus debilidades y flaquearán por el amor de una maestra. Pero en las versiones balear y andaluza, su nombre no será el de la popular Iria.