La asegurada tenía que ir a trabajar el día que le hicieron las pruebas de anestesia, pese a un informe del neurocirujano que advertía del riesgo de hemorragia.
21 nov 2008 . Actualizado a las 10:35 h.Elvira Coroas Palacios lleva 17 años trabajando. El pasado 3 de abril sufrió una trombosis cuando viajaba en autobús a su centro de trabajo. A raíz de ese accidente le diagnosticaron un angioma cavernoso y un tumor en la parótida izquierda. Desde entonces y hasta el pasado 20 de octubre en que la Inspección Médica le dio directamente el alta, estuvo de baja. Ella impugnó el parte que la obligaba a ir a trabajar al día siguiente, porque cuenta, entre otros, con el informe de un neurocirujano que le recomienda evitar esfuerzos físicos y controles periódicos de su lesión cerebral «por alto riesgo de hemorragia».
Ante esta situación la propia empresa en la que trabaja, después de hablar sobre lo que estaba ocurriendo, le dio las vacaciones, pese a que no las tenía fijadas en esa fecha, para que pudiera resolver esa situación.
Pero, el el mismo día en el que le dieron el alta hospitalaria, aún convaleciente de la operación del tumor de parótida, tenía en el buzón de su casa la contestación del Sergas desestimando la reclamación de Elvira y ratificándose en el alta. La razón, «non expor no seu escrito novos feitos que non foran valorados inicialmente e que xustifiquen a modificación da resolución inicial».
Un grano en la cabeza
«La Inspección -relata Elvira- me llamó cuando tenía todas las pruebas del preoperatorio y el día que me dio el alta, tenía vez para el anestesista». «Se lo dije a la inspectora-prosigue- y me contestó: por la parótida no tengo pensado darle la baja porque eso es como un grano y se lo quitan en un ambulatorio y el angioma pueden pasar 20 años sin que le pase nada». «Cuando se lo conté al anestesista -añadió- se llevó las manos a la cabeza».
Esta trabajadora salió del despacho de la inspectora y asegura que tuvo que el ir psiquiatra por el estado de ansiedad en el que se encontraba al tener que reincorporarse en las condiciones en las que se encontraba. De hecho unos días más tarde la operaron. Estuvo en el quirófano cuatro horas y todavía no está completamente recuperada. No puede masticar, un ojo no lo puede cerrar todavía y sufre cefaleas y ataques de ausencia. También está a tratamiento para prevenir ataques de epilepsia.
Uno de sus problemas se solucionó con la intervención quirúrgica, el de la parótida, pero el otro permanece. Está pendiente de que los neurocirujanos dedican qué hacer con el angioma cavernoso.
Falta de humanidad
Elvira Coroas insiste que no le pareció correcto el tratamiento de la inspectora que la atendió y destacó su falta de humanidad. Dice que ni siquiera le preguntó cómo estaba. «Le comenté el miedo que tengo a que me reviente el angioma, que según me dijeron los neurocirujanos es una bolsa de sangre que tanto podría reventar y causar un derrame cerebral, como mantenerse así de por vida. Sé que puede ser algo congénito, pero vivo con el miedo a que en cualquier momento me vuelva a dar un derrame cerebral. No es que tema morirme, sino a quedarme como un vegetal», añadió.
La trabajadora intentó hablar en otras dos ocasiones con la inspectora cuando le llegó al parte de alta para incorporarse, pero no la recibió. Trató de entrevistarse con su jefe pero tampoco consiguió hacerlo.
El informe del alta hospitalaria tuvo que entregarlo su marido en la Inspección. Su médico de cabecera no se quiso hacerse cargo de él.