Un documento sin firma que circula entre el personal del hospital atribuye a las últimas oposiciones y a la actitud de determinados colectivos de especialistas médicos el deterioro general del servicio que presta el Hospital de Monforte. Las oposiciones abrieron la puerta a muchos especialistas, que llevaban años esperando a marcharse a los hospitales grandes o a sus lugares de procedencia. La consiguiente falta de personal obligó a articular compensaciones económicas, según el escrito, que convenciesen a los médicos de que multiplicasen sus horas de trabajo para compensar las carencias, pero eso ha disparado los costes y ha acabado alargando las listas de espera y recortando la nómina de servicios a los pacientes, hasta darse el caso de que en muchas ocasiones no se opera en el hospital ni una simple apendicitis.
La primera parte de este escrito anónimo se detiene en explicar por qué los problemas actuales del hospital nacieron en las oposiciones de hace un lustro. «As oposicións -dice el documento- son unha necesidade legal que permite aos profisionais a necesaria mobilidade polo territorio», pero para los hospitales pequeños suponen la fuga de los buenos profesionales.
Esa realidad se agrava con la costumbre de las autoridades sanitarias de darle prioridad a las vacantes en las ciudades grandes, sin reparar en que «contratar ao anestesista número 68 da Coruña pode ser necesario para manter un funcionamento idóneo de quirófanos ou unidades de dor, pero ese mesmo anestesita nun hospital comarcal pode supoñer a diferenza entre facer ou non a cirurxía programada de todos os servizos». El documento cuestiona con ironía la tendencia «enternecedora» de los responsables políticos de la consellería de poner en marcha servicios nuevos como medicina de trabajo y preventiva o de medicina paliativa, «pero logo non se poden cubrir as gardas de anestesia, cirurxía, xinecoloxía ou pediatría». De igual manera, acusa a los políticos de vivir fuera de la realidad cuando legislan, por ejemplo, «sobre o dereito das parturientas a ter anestesia epidural», a pesar de que «despois non se pode operar nin aos pacientes con cancro».
Dos tipos de «prebendas»
El anónimo explica que la salida elegida fue propiciar que los especialistas trabajen «moitas máis horas das que permite a lei, suplindo desta forma as carencias dos seus escuálidos equipos». Si aceptaron hacerlo, añaden los autores del escrito, es a cambio de diferentes clases de «prebendas»: básicamente pagándoles más guardias y abonándoles las llamadas peonadas por el tiempo que trabajan por encima de su horario.
Pero el documento sostiene que la generalización de estas prebendas ha dado lugar a abusos y ha encarecido el funcionamiento del hospital, hasta el punto de que «con máis de vinte millóns de euros anuais para unha poboación de 50.000 persoas é o segundo comarcal máis caro detrás do Barco». El autor o autores del escrito no incluyen en él documentación oficial que lo avale, pero aportan detalles muy concretos, que hacen pensar que tienen acceso directo a la información.
En cuanto a las guardias, el escrito empieza por asegurar que para los servicios de anestesia, cirugía, gineología, laboratorio y medicina interna se establecieron turnos de refuerzo fuera del horario habitual y que quienes los cubren «o 99% dos días non pisa o hospital». El caso de los traumatólogos es distinto. Ellos, dice el anónimo, no tienen refuerzo de guardias, pero «cobran a presenza física, a pesar de que fan as gardas localizadas». La consecuencia, añade el escrito, es que en esas guardias no se opera ninguna urgencia, sino que se retrasan a la mañana siguiente ya en el horario ordinario, con lo que quien pretenda «facer unha urxencia pola de mañá terase que poñer á cola». Las peonadas tampoco han resultado útiles, según los autores de este anónimo. Se programan para reducir listas de espera, pero al final «só valían para que os médicos traballasen cada vez menos no seu horario ordinario e fosen necesarias cada vez máis peonadas e por suposto máis pasta a final de mes».
El autor reconoce que todo esto ocurre porque los médicos están mal pagados, pero también los acusa de «venderse por catro duros», se supone que por prestarse a apaños que en realidad no solucionan el problema. Además, tacha de «hipócritas» a los especialistas «que se queixan de falta de persoal», pero al mismo tiempo consiguen que se rechace a compañeros que querían trabajar en Monforte. «Así fixeron en anestesia con dous especialistas», «os radiólogos que rexeitaron a idea de traer xente a facer gardas», o los ginecólogos «que rexeitaron ser axudados polo cirurxián de segunda chamada, alegando que necesitaban que ambos os dous fosen xinecólogos». En realidad, dice el escrito, «a segunda chamada é un chupe que ninguén quere perder». Por eso, añade, «cando houbo un director internista ben que se encargou de poñer tamén unha garda localizada a maiores desa especialidade, que polo seu posto nunca ten que vir a nada... só cobrar a súa garda a final de mes».
El documento es especialmente duro con determinados especialistas, como «algún anestesista» del que dice que gana «240.000 euros ao ano, case catro veces máis que a media dos médicos do Sergas ou o soldo dunha decena de enfermeiras» y que «é a persoa que máis esforzo pon en que o hospital estea bloqueado, xa que iso aumenta o seu poder para extorsionar á dirección do centro, que sempre (a anterior e a actual) demostraron non ter nin o valor nin a decencia de acabar con esa situación».