El presidente honorífico del comité bretón que rige las relaciones con concellos gallegos ha visitado la provincia
26 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.El lingüista e investigador bretón Robert Omnés, de 78 años, ha impartido charlas estos días en las escuelas de idiomas de Monforte, Ribadeo y Viveiro. Alcalde de Plomelin durante tres décadas y apasionado de Galicia, habla de los cambios experimentados en estos años.
-¿Cuáles son los objetivos del Comité de Hermanamientos Bretaña-Galicia, del que usted es presidente honorífico?
-Fui presidente durante dieciocho años. Lo primero es fomentar los hermanamientos; de los que ya se han establecido, algunos están activos, los hay que duermen un poco y después resucitan y otros se están preparando. En total son unos veinte. Lo difícil para nosotros es que, a veces, las alcaldías bretonas escriben mucho, pero no tienen respuesta por la parte gallega. Luego, cuando se encuentra la gente, todo está arreglado. El procedimiento para formalizar el hermanamiento es muy largo. Otra dificultad es el tamaño de los municipios, en Bretaña tenemos más municipios en una provincia que en toda Galicia. Aquí hay muchos de ocho mil o diez habitantes y allí, aparte de las ciudades, tienen entre mil y dos mil, son como parroquias.
-¿Algún problema más?
-Sí, hay una tercera dificultad. Es la exagerada politización de los hermanamientos en Galicia. A veces un alcalde está de acuerdo y se hermana, pero si recibe palos en las siguientes elecciones, el sucesor considera que todo lo que decidió el anterior era malo y, por tanto, renuncia al hermanamiento. Mientras que nosotros podemos cambiar de políticos, pero hay un comité neutral, compuesto por personas independientes.
-¿A qué atribuye usted 'la exagerada politización'?
-El motivo esencial es que la democracia en España es más reciente y tiene que aprender todavía. También ocurre con la antigua Alemania del Este, porque vienen de una dictadura, no así con la del Oeste.
-Desde su primera visita a Galicia, en 1954, ¿qué cambios le llaman más la atención?
-Se ha modernizado y se han construido muchas casas. Lo malo es que aquí mucha gente vive en pisos. Nosotros preferimos las casas particulares. Los ayuntamientos bretones hacen urbanizaciones y lo dirigen todo, la instalación del agua, la electricidad, la obra, todo. También el precio, que es el de coste. Hay rivalidad con las urbanizaciones privadas, que son más caras y a veces hay catástrofes y el ayuntamiento tiene que intervenir. A cambio, la empresa privada cede terreno al ayuntamiento para compensar. También tenemos urbanizaciones sociales, con inquilinos en vez de propietarios, pero que tienen opción de comprar la casa luego.
-Qué envidia nos da.
-Critico un poco a los ayuntamientos españoles, tendrían que hacer más por el urbanismo. En Bretaña, prácticamente todos los ayuntamientos tienen un plan de urbanismo y eso permite determinar cuál es la zona rural, donde está prohibido todo tipo de construcción, salvo para agricultores, las zonas urbanas, las de actividad industrial y las naturales, donde está prohibido construir para todos.
-En su anterior visita a Viveiro, hace dos años, hablaba de las similitudes entre gallegos y bretones, de la retranca...
-En Quimper, una ciudad bretona, se dice que tienen tanto miedo a que la gente sepa lo que piensan que prefieren no pensar. Hay muchísimas semejanzas, la pizarra de las casas... Por cierto, ahora no tenemos bastante pizarra en Bretaña y la mayor parte la compramos de Galicia, donde es más barata.