Os porcos volven aos cortellos

Dolores Cela Castro
Dolores Cela LUGO/LA VOZ.

LUGO

Las ferias de ganado aumentaron la oferta de cerdos, cuyas ventas crecen paralelas a la crisis económica

15 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El refranero popular no deja lugar a dudas, «o que non mata un porquiño, non ten lacón nin touciño». La crisis generalizada no está afectando a las granjas de porcino, a juzgar por el número de ejemplares de recría que acuden a los mercados durante las últimas semanas. Una criadora del Ayuntamiento de Triacastela, Sabina Doval Díaz, reconoció, en la feria de Pedrafita, donde había llevado un furgón cargado de cerdos de entre 100 y 120 kilos, que en este año las ventas de ejemplares para recría se han multiplicado. En lo que va de año reconoció que había comercializado unos mil ejemplares más que en el anterior.

«A xente -comentó Doval Díaz- non só está pola labor de aforrar, e un cocho da para alimentar moitas bocas, senón porque tamén sabe o que come». Las ventas en esta empresa familiar, en la que también trabajan su marido y sus hijos, se producen todo el año, pero con una mayor concentración entre junio y septiembre, que es cuando en las casas de aldea hay más que darles para su alimentación. Saber lo que se come es una buena razón, pero el factor económico no puede menospreciarse. Entre los entre 180 y 200 euros que cuesta un ejemplar que estará cebado para la Navidad, se consiguen 200 kilos de carne lo que supone una buena despensa de jamones, chorizos, lacones, cacholas, roxós y demás.

En el mes de septiembre, que es cuando se recogen las patatas, se avecinan las castañas y la remolacha, muchas personas aprovechan para comprar un cerdo de entre 100 y 120 kilos, que sacrificarán por Santos o por Navidad. La tradición, que está muy arraigada, no se había perdido, pero, Sabina Doval asegura que aumentó el número de ejemplares que compra cada familia para cebarlos. La media ahora es de cinco.

Alimento denostado

El cerdo, asociado a las campañas contra el colesterol, y denostado como base de la alimentación después de siglos de presencia en la sociedad gallega y no solo en la rural, fue sustituido en los años de bonanza por el pescado de los supermercados y por la matanza de un ternero. Ahora en épocas en las que el precio de la leche está por los suelos, se vuelven a mimar las huertas y las fincas de patatas y los cerdos retornan a las cuadras.

El aumento en el número de ejemplares que se compran para la ceba, posiblemente tenga que ver con el hecho de que los productos de la matanza se repartan con los parientes más cercanos, que generalmente viven en la ciudad, que ayudan a sufragan la compra del animal y colaboran después en su sacrificio. Muchas familias también destinan parte de la matanza a la venta en ferias. como un ingreso complementario.

Muchas personas que vendieron las propiedades que tenían en las aldeas para irse a vivir a la comodidad de un piso echan en falta ahora un lugar en el que poder echar unas patatas o poder criar un cerdo como complemento de las maltrechas economías. Hay que tener en cuenta que muchas familias tienen al menos un miembro en el paro y las prestaciones y los subsidios no son eternos.