El día en que también las hijas llegaron al Cuerpo

Benigno Lázare LUGO

LUGO

13 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En 1970, cuando Carlos Santiso Carballosa, ingresó en la Guardia Civil probablemente no descartaba tener algún día un «hijo del Cuerpo», pero casi seguro que no contemplaba que la del Cuerpo fuese una hija. Ocurrió 23 años más tarde, porque en 1993 Sonia Santiso Gigán ingresó en la Academia de Baeza formando parte de una de las primeras promociones de mujeres guardias civiles.

El caso es que la hija ya se había matriculado en Filología, pero Carlos le trajo una instancia por si la quería cubrir, porque convocaban muchas plazas. A ella de pareció una buena opción, presentó la solicitud, se la aceptaron y tras nueve meses de formación, sacó un buen número y pudo venirse para la provincia de Lugo, con su primer destino en As Nogais.

También Carlos tuvo cierta suerte, porque en su época, tras la academia, resultaba difícil venirse para Galicia, e imposible hacerlo para las provincias de Lugo y A Coruña. El y otro compañero fueron los primeros que lo consiguieron y tuvo su primer destino en Carnota.

El sueldo era de 7.000 pesetas, el servicio continuado las 24 horas y de uniforme, no había cuartel y disponían de dos horas de paseo pero sin salir de la calle principal del pueblo para estar localizables. Las rondas, básicamente por la línea de la costa, las hacían a pie aunque posteriormente les permitían usar coches particulares pero no les pagaban la gasolina. Finalmente el puesto ya tenía un vehículo al que se le soltaban las marchas y con un cupo de 30 litros de gasolina para el mes.

Tras más de seis años en ese lugar, pasó otros cuatro en Pedrafita y 12 en Castroverde antes de ser destinado a la Comandancia de Lugo, donde se jubiló después de cuatro años más de servicio. Renunció a seguir en el Cuerpo y con 56 años optó por disponer de todo el tiempo libre para sus cosas, entre las que figura la atención a la finca que tiene en su municipio natal de Castro de Rei. Si es la época y el calor lo requiere, riega las lechugas Maravilla de Verano o se sienta y contempla las maniobras de despegue y aterrizaje de las avionetas del Real Aeroclub de Rozas.

Sonia, que además de hija también es esposa del Cuerpo, lo tuvo más fácil que Carlos, porque cuando llevaba un año como guardia eventual en As Nogais, crearon un grupo de especialistas para los casos relacionados con las mujeres y los menores, y en la Comandancia de Lugo necesitaban agentes mujeres. Se presentó y la aceptaron en comisión de servicio. Posteriormente realizó en Madrid un curso para la Policía Judicial y formó parte del equipo de investigación de delitos contra las personas, en el apartado dedicado a la mujer. Actualmente pertenece al equipo de investigación de delitos contra el patrimonio.

Aunque en general padre e hija coinciden bastante en sus opiniones, cuando Carlos Santiso afirma que ahora si se hacen más horas de las establecidas, se cobran, Sonia hace un gesto de escepticismo y se sonríe. El padre reconoce que en su última etapa en activo estaba bastante satisfecho y no era reivindicativo porque la situación había cambiado mucho con respecto a la dictadura, cuando a la falta de medios se sumaba una rigidez que impedía cuestionar nada.

Estando en Pedrafita tuvieron que asistir al ministro Martín Villa en un aterrizaje forzado por la nieve. Charlando con los guardias les anunció un aumento salarial grande, que se cumplió poco después. Antes ya habían pasado a cobrar 12.000 pesetas, que era una pasta, dice.

El palo

Carlos Santiso Carballosa

La astilla

Sonia Yolanda Santiso Gigán

Edad

Carlos tiene 68 años; su hija, 39.

Profesión

Guardias civiles. El padre está jubilado.