El obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco, y su tío, el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, son objeto de fuertes críticas en el libro más reciente del sacerdote y catedrático de Filosofía Xosé Alvilares (Chantada, 1928). La publicación, que se titula Penitencia Pública, afirma que el nombramiento del actual prelado de Lugo fue un acto de nepotismo en el que no intervino la Iglesia diocesana lucense. Sostiene que la dedicación «propiamente pastoral» de Alfonso Carrasco «ocupa un tiempo que sorprende por su brevedad», ya que solo formó parte del equipo parroquial de Cervo entre 1989 y 1991. En cuanto a su trabajo teológico e intelectual, recoge que presentó su tesis en la Universidad de Friburgo de Suiza, cuya línea «es muy conservadora». Cree que su mandato «anuncia orientaciones viejas, rumbos ya vistos». Así, Alvilares critica con dureza a Rouco Varela. Señala que su relación con la diócesis de Lugo ha sido «puntual y breve, episódica», que ve Lugo de manera despectiva y que en una ocasión incluso llegó a afirmar: «Ya decía mi abuelo que Lugo era el culo del mundo».