En abril del 2008, el alcalde de Lugo, José López Orozco, encabezó un recorrido entre Lugo y Tordea siguiendo la recuperada vía XIX del Itinerario de Antonino, que unía Bracara Augusta (Braga) con Asturica Augusta (Astorga); culminaba así la ejecución del proyecto Vías Atlánticas, financiado con fondos Feder. Hoy recorrer una parte de esa vía por la zona rural lucense resulta muy difícil porque la maleza está a punto de cerrarla en algunas tramos.
El citado proyecto tuvo por socios al Ayuntamiento de Lugo, las cámaras municipales de Braga, Vila Verde, Ponte de Limia, Paredes de Coura y Valença, así como las diputaciones de Pontevedra, A Coruña y Lugo. Fueron socios también las universidades de Santiago de Compostela y Minho, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En la capital, como recuerdo de aquella iniciativa queda un monolito en la plaza de Armanyá y algunos mojones, uno de ellos en la calle San Roque, junto al jardín.
En la zona rural del municipio intentar transitar hoy por algunos tramos de dicha vía exige espíritu aventurero, porque la maleza prácticamente los cierra y la alta hierba dificulta la caminata. En algunos puntos, el trabajo de los propietarios de las fincas colindantes mantiene pequeños tramos limpios de maleza. Incluso en algún caso han tenido que ser los particulares lo que procedieran a cortar árboles o ramas de gran tamaño que cayeron sobre el camino.